San Pío XII, Magno
El Papa San Pío XII Magno, Pastor Angélicus. (2-3-1939 bis 9-10-1958).
Doctor. Gran Místico. Estigmatizado. Mártir Espiritual. Apóstol de la Paz. De Roma, Italia. Pontificado: del 2 de marzo de 1939 al 9 de octubre de 1958.
Este glorioso Papa, llamado en el siglo Eugenio Pacelli, nació de una ilustre familia el 2 de marzo de 1876. Fue ordenado Sacerdote en 1899. Persona de grandes cualidades y profundamente piadoso, realizó con brillantes calificaciones sus estudios de Filosofía, Teología, Derecho Civil y Derecho Canónico. Fue profesor de la Universidad Gregoriana, y pasó a tener un cargo en la Secretaría de Estado. En 1917 fue nombrado Arzobispo; y este mismo año fue enviado de nuncio apostólico a Munich, y después a Berlín. En 1929 San Pío XI le nombró Cardenal. Al año siguiente ocupó el cargo de Secretario de Estado. El Papa San Pío XII alcanzó gran prestigio, incluso fuera de la Iglesia, por sus excelsas dotes de inteligencia, cultura, capacidad para el trabajo, sobriedad de vida y fuerte personalidad. Se destacó de manera muy especial en el campo doctrinal. Procuró que en el Colegio de Cardenales hubiera el mayor número de representantes de los países de las cinco partes del mundo. Murió en Castelgandolfo, a unos veinticinco kms. de Roma, y sus restos fueron trasladados solemnísimamente a esta ciudad.
El Papa San Pío XII Magno, egregio látigo contra: Los múltiples herejes. Enérgica Fusta contra los masones, los revolucionarios y otros satánicos ideólogos. Eximia Guadaña contra la masonería, el agnosticismo, el modernismo, el socialismo, el comunismo, el capitalismo salvaje, el liberalismo y otras satánicas ideologías. Insigne Martillo contra los tiranos. Certero Machete contra los autores de libros anticatólicos, los propagadores obscenos y los gobernantes y educadores laicistas. Firme Báculo contra las fiestas sacrílegas y obscenas. Este glorioso Papa jamás comulgó con la maldita ideología nazi hitleriana ni con la maldita ideología fascista mussoliniana.
Este glorioso Papa, en un decreto apostólico, condenó el comunismo como doctrina materialista y anticristiana, totalmente opuesta a Dios, a la verdadera Religión y a la Iglesia de Cristo. Prohibió, bajo pena de excomunión reservada al Papa, inscribirse en el partido comunista o prestarle apoyo, así como publicar, difundir o leer cualquier escrito que defienda sus aberrantes doctrinas y sus actuaciones. Por tanto, declaró como apóstatas de la Fe Católica, los que profesan la doctrina materialista y anticristiana de los comunistas, y los que la defienden y propagan. Condenó enérgicamente el agnosticismo, que niega al entendimiento humano toda capacidad para conocer la existencia de Dios, y condenó también enérgicamente el modernismo.
El Papa San Pío XII puso todo su empeño para evitar la espantosa conflagración de la Segunda Guerra Mundial, pidiendo a las potencias europeas en franca hostilidad que arreglaran pacíficamente sus diferencias, y les propuso formas de arreglo y avenencia, aunque todo fue inútil. En medio de la catástrofe mundial, el Papa manifestó su profunda consternación paternal ante la ruina y los sufrimientos indecibles de la humanidad. Mediante mensajes de paz, trabajó vivamente para limitar la extensión de la guerra, suavizar los destructores efectos de la misma, mitigar entre los pueblos vencidos las consecuencias inhumanas y conseguir la paz. Pero su voz no fue escuchada. Acudió de manera especial a la oración, organizando cruzadas especiales por la pacificación del mundo, y exhortaba a los gobernantes para que se esforzasen en hacer pronto una paz digna. La caridad del Papa durante la Segunda Guerra Mundial fue verdaderamente heroica, sin tener en cuenta la condición religiosa, étnica o nacional. Se preocupó muy principalmente por los heridos y prisioneros de guerra, procurando que sus condiciones de vida fueran más humanas, mitigó cuanto pudo las deportaciones y el exterminio sistemático de las poblaciones civiles. Y para ayudarles más eficazmente, por encargo suyo, su Substituto de la Secretaría de Estado, Juan Bautista Montini, abrió en el Vaticano una oficina de información para los soldados desaparecidos y lograr el paradero de muchos. San Pío XII promovió grandes colectas nacionales para aliviar las necesidades de muchos, y muy especialmente la de los niños víctimas de la guerra. Durante el bombardeo de Roma, en el verano de 1943, San Pío XII, pisando escombros y ruinas, prodigó toda serie de consuelos a las víctimas. La caridad paternal de San Pío XII con miles de necesitados fue universalmente reconocida: Repatriaciones, suministro de alimentos y vestidos, abastecimiento de medicinas y asistencia médica a los enfermos, establecimiento de colonias infantiles para albergue de niños, etc., etc. Además protegió a un sinnúmero de judíos perseguidos por los nazis hitlerianos, logrando sobrevivir gran número de ellos gracias a la ayuda de la Iglesia Católica. San Pío XII, en sus alocuciones, refiriéndose a los horrores nazis, condenó los asesinatos que se cometían por cuestiones racistas. No obstante, después de terminada la guerra, se levantó una campaña, principalmente comunista, para denigrar al Sumo Pontífice, diciendo que había permanecido impasible ante los sufrimientos del mundo. Pero el Papa había cumplido magistralmente su cometido durante la Segunda Guerra Mundial, sin dejarse influir de la propaganda del uno o del otro bando, y sin interferencia alguna, pudo continuar dirigiendo la Iglesia Universal. Terminada la guerra, San Pío XII dirigió al mundo un radiomensaje, para que la paz fuera verdadera y fundada en la concordia y justicia. La actuación del Papa en pro de la paz fue una constante de su Pontificado.
Este glorioso Papa, mediante trascendentales encíclicas, enriqueció el tesoro doctrinal de la Iglesia. En sus respectivos documentos, habla de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo. En otros, enaltece la dignidad de la familia, a quien el Estado debe respetar, presenta la misión de la misma en la sociedad, promueve la oración familiar y hace hincapié sobre los deberes matrimoniales. En sus alocuciones y escritos, defendió la dignidad y los derechos del trabajador, proclamando que la Iglesia es la propugnadora de las justas aspiraciones del pueblo trabajador, en sus distintas clases de ocupaciones y oficios. En su discurso a la Asociación de Maestros Católicos, hace valer la alta misión de los maestros como delegados y representantes de los padres en la educación de los hijos. En una alocución ante un gran número de enfermos expone el valor inconmensurable del sufrimiento. Se refirió también en sus discursos a la industria en sus distintas facetas, al deporte, etc. Dirigió edificantes mensajes a distintas representaciones de hombres católicos; hizo importantes observaciones morales a los médicos católicos; impulsó la obra de las Misiones Católicas, inculcando en los Sacerdotes el verdadero espíritu misionero; puso sumo interés en la buena organización de los seminarios, en el fomento de las vocaciones sacerdotales y en la sólida formación de los candidatos al sacerdocio. Del mismo modo, fomentó el verdadero espíritu en las distintas Órdenes y Congregaciones religiosas. En una constitución apostólica dio entrada oficial a una nueva forma de consagración a Dios mediante la aprobación de los Institutos Seculares. Puso gran interés en cultivar, entre otros, los movimientos apostólicos de la Acción Católica, las Congregaciones Marianas y el Apostolado de la Oración. Apenas hubo temas religiosos que el Papa no tratase en sus alocuciones y en sus escritos apostólicos. San Pío XII, beatificó y elevó a la Gloria de los Altares a un número considerable de bienaventurados. Promulgó el Año Mariano de 1954 en conmemoración del primer centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María.
El Papa San Pío XII, en su Constitución Apostólica del 1 de noviembre de 1950, tras exaltar la inimaginable grandeza de la Madre de Dios, proclamó, declaró y definió infaliblemente: «Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue Asunta en Cuerpo y Alma a la Gloria Celestial».
El 27 de agosto de 1953, la Santa Sede firmó un nuevo Concordato con España, regida entonces por el Generalísimo y Caudillo San Francisco Franco Bahamonde. En el Concordato se confirman una serie de convenios que el gobierno del Caudillo había ido concluyendo con la Santa Sede durante años anteriores, y se reconocen, en su mayor amplitud, los derechos de la Iglesia y la Religión Católica como religión oficial y única del Estado Español. Dicho Concordato ha sido siempre considerado como modelo.
El Glorioso Papa San Pío XII Magno, sin embargo, cometió grandes desaciertos en su pontificado: Sin un previo y concienzudo estudio condenó arbitrariamente las Apariciones Celestiales del sagrado lugar de Heroldsbach en Alemania. Retiró el Nuncio Apostólico en Madrid, con lo que se doblegó ante las satánicas y masónicas órdenes dadas por el gran masón de grado 33, el presidente estadounidense Truman, que decretó el bloqueo internacional contra el cristianísimo régimen español del Santo Caudillo Francisco Franco Bahamonde. Complaciendo a las reiteradas peticiones de muchos clérigos portavoces de muchos seglares cómodos, cambió el tradicional Escapulario Carmelitano por una medalla, cuyo cambio no fue del agrado de la Santísima Virgen María, pues Ella manifestó en distintos lugares de apariciones su total desacuerdo.
Canonizado por el Papa San Gregorio XVII Magnísimo el día 12 de septiembre de 1978. Declarado Doctor de la Iglesia por el mismo Papa el día 15 de octubre de 1978.
El Papa San Juan XXIII
El Papa San Juan XXIII. Pastor et Nauta. (28-10-1958 al 3-6-1963).
Calendario Palmariano: Gran Místico. Estigmatizado. Mártir Espiritual. Apóstol de la Devoción Mariana.
De Sotto il Monte-Bérgamo, Italia. Pontificado: del 28 de octubre de 1958 al 3 de junio de 1963.
Este glorioso Papa, llamado en el siglo Ángel José Roncalli, había nacido el 25 de noviembre de 1881, y procedía de una familia de modestos campesinos. Cursó sus estudios en el seminario de Bérgamo. El 10 de agosto de 1904 fue ordenado Sacerdote. De 1905 a 1914, fue secretario del Obispo de Bérgamo y profesor del seminario. Durante la Primera Guerra Mundial, fue Capellán castrense, en donde dio pruebas de su espíritu de abnegación y sacrificio. En 1921, ocupó un alto cargo de director de la Congregación para la Propagación de la Fe. En el año 1925 fue consagrado Obispo en Roma. En 1953 recibió el capelo cardenalicio y fue nombrado Patriarca de Venecia. Llevó una vida de constante oración y penitencia. Este glorioso Papa, debido a su bondad y a su ingenuidad, fue utilizado por los enemigos de la Iglesia.
Al emprender el viaje en tren desde Venecia para el Cónclave que le eligió Papa, una paloma blanca posó sobre el compartimiento al que había subido.
Su lema malaquiana era “Pastor et nauta”, lo que le cabía perfectamente, al ser persona muy confiada y comprensiva, y Patriarca de Venecia.
San Juan XXIII era autor del libro muy piadoso autobiográfico “Diario de un alma”.
Entresacamos el siguiente párrafo de los Documentos Pontificios del Papa San Gregorio XVII sobre San Juan XXIII: «Tenía especialísima devoción a la Sacrosanta Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Este santo Papa era amantísimo de la Preciosísima Sangre del Redentor. Profesaba un filial y ardiente amor a la Santísima Virgen María. San Juan XXIII demostró con toda claridad su ardiente devoción Mariana, pues todos los días rezaba con devoción los quince Misterios del Santo Rosario Tradicional, el Ángelus y otras piadosas devociones en honor a María. San Juan XXIII tenía la piadosa costumbre de encomendarse y consagrarse todos los días a la Virgen María. Este santo Papa profesaba también un gran amor al gloriosísimo San José. Su vida personal fue la de un Sacerdote intachable». En las Letanías de los Santos, fue una determinación suya subir a San José y ponerle después de la Virgen, diciendo: “Su lugar es éste”.
Al visitar a su anciana madre, poco después de su elección Papal, su madre, al verle, comentó que estaba todo vestido de blanco. A lo que él respondió: “Y tu, mamá, también estás toda vestida de blanco” – por su inocencia bautismal.
Dice el Credo Palmariano: “Creo que el Diablo, Lucifer, fue desencadenado, por permisión divina, durante el Pontificado del Papa San Juan XXIII, para cribar y purificar más a la Iglesia.”
El conciliábulo Vaticano II fue desde 1962 a 1965. Los siguientes párrafos están tomados de los Documentos Pontificios del Papa San Gregorio XVII Magnísimo: “Anunciado estaba que, al final de los tiempos, un Ángel abriría la puerta al Diablo. Ciertamente, San Juan XXIII, se llamaba Ángel José. Este Ángel no abrió la puerta para hacer daño a la Iglesia, sino creyendo en la bondad de los demás, y que él, al ser bueno, era incapaz de pensar en la maldad de los demás. Nos, salimos en defensa de la Sagrada Persona del Papa San Juan XXIII. Los desaciertos que hubo en el gobierno de la Iglesia durante su pontificado, no pueden inculpársele en su totalidad; pues, este santo Papa fue utilizado, debido a su bondad, por los enemigos de la Iglesia. Este Papa era incapaz de pensar mal de los demás; confiaba en todo el mundo, creyendo en la aparente bondad de los que le rodeaban”.
“Ciertamente, el Concilio Vaticano II fue convocado por Nuestro Venerado Predecesor, el Papa San Juan XXIII, ante los terribles acontecimientos relatados en el Secreto de Fátima. El Papa, asustado del contenido del Mensaje de Fátima, sintió la inspiración del Espíritu Santo para convocar el Concilio. En las primeras sesiones de dicho Concilio, todavía el Espíritu Santo volaba por encima del aula conciliar, en la cual se reunían los Padres Conciliares. Después de las primeras sesiones, el aula del Concilio era un reflejo de la humanidad antes del Diluvio Universal. El Espíritu Santo se retiró del Concilio, al igual que lo había hecho cuando se retiró de los hombres, a causa de la general prevaricación de la humanidad que antecedía al castigo del Diluvio Universal. El Espíritu Santo, que se había retirado del pueblo, entró en el Arca de Noé, para conducir a este varón justo. Con el Concilio Vaticano II y con el optimismo del Papa San Juan XXIII, todos esperaban una hermosa primavera para la Iglesia. Mas, la triste realidad fue que, la dicha esperada primavera, se convirtió en el invierno más crudo y tempestuoso que la Iglesia ha conocido… No cabe duda que el Papa San Juan XXIII fue coaccionado y manejado por los masones.”
El siguiente párrafo sobre el conciliábulo Vaticano II, está tomado del Tratado de la Santa Misa de los Santos Concilios Palmarianos: «Reiteramos, aún más abiertamente, nuestra condenación del llamado Concilio Vaticano II. Si bien dicho Concilio fue convocado por el Papa San Juan XXIII, inspirado por el Espíritu Santo, poco después, por la influencia opresiva de una gran parte de los padres conciliares masones y progresistas, y por la cobardía y respetos humanos de no pocos tradicionalistas, se prostituyó la sana finalidad, llegándose a conclusiones abiertamente erróneas y ambiguas; lo cual evidencia que el Espíritu Santo había sido expulsado de la sala conciliar para dar en ella entrada a Satanás. He aquí por qué el Concilio Vaticano II, en lo que se refiere a su desarrollo y a sus conclusiones acordadas, no es obra del Espíritu Santo, sino del demonio. Y, si bien en las actas conciliares hay parte de doctrina verdadera, ésta se halla mezclada con terribles herejías y ambigüedades; ya que la masonería, camuflando así el mal, facilitaba más la aceptación, por los católicos, de los textos conciliares, y los enemigos de la Iglesia conseguirían con más facilidad sus perversos fines. Si examinamos los documentos doctrinales de los distintos malditos reformadores Lutero, Calvino, etc., hallamos también en ellos, entre herejías y corrupciones, algunas verdades de fe, lo cual revela una maliciosa táctica, a fin de ser más fácilmente creída la necesidad y legitimidad de esas infernales reformas. El Concilio Vaticano II, por lo que en sus escritos hay de herejías, ambigüedades y perversos fines a que le condujeron los masones y progresistas, es ilegítimo, nefasto y abominable, y por lo tanto sin autoridad alguna en la Iglesia. Con lo dicho no ennegrecemos en absoluto la ilustre e infalible autoridad, así como la buena fe de los Santos Papas Juan XXIII y Pablo VI, que rigieron la Iglesia en el tiempo del Concilio; pues, en lo que respecta al primero de los Pontífices, Juan XXIII, sus enemigos abusaron de su excesiva paternidad, bondad y optimismo, en vez de aprovecharlo para sus conversiones”.
“En aquella terrible agonía que le preparaba para el tránsito a la otra vida, purificó con terribles dolores parte de los desaciertos en su pontificado, ya que a su muerte pasó instantáneamente por el Purgatorio”.
Canonizado por el Papa San Gregorio XVII Magnísimo el día 24 de octubre de 1978.
Día 17 de agosto de 1979. Una visión descrita por el Papa San Gregorio XVII: “Primero se apareció el Señor; iba vestido de Cristo Rey, vestido de blanco y capa roja, con Cetro y Corona. Y venía la Santísima Virgen, Nuestra Madre del Palmar Coronada, con la Corona Imperial, Manto Regio. Después, venía San José, coronado también. Estaban San Pedro y San Pablo, Santiago Apóstol, San Juan Evangelista, San Pío IX, San Pío XII, San Juan XXIII, San Pablo VI, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Franco y San José Antonio Primo de Rivera; y una multitud de Ángeles incalculable, vestidos de grandes galas; y a la altura se veía al Eterno Padre y al Espíritu Santo.”
El Papa San Pablo VI
El Papa San Pablo VI. Flos Florum. (19-6-1963 al 6-8-1978).
Calendario Palmariano: Papa. Doctor. Gran Místico. Estigmatizado. El gran Mártir del Vaticano. Excelso Protector de la Santa Sede Palmariana.
De Concesio-Brescia, Italia. Pontificado: del 19 de junio de 1963 al 6 de agosto de 1978.
Este glorioso Papa, llamado en el siglo Juan Bautista Montini, nació el 26 de septiembre de 1897. Fue ordenado Sacerdote en 1920. En 1924 quedó adscrito en la Secretaría del Vaticano; y en el año 1937 pasó a ser substituto de la Secretaría de Estado que ostentaba Eugenio Pacelli. Después de haber ejercido distintas funciones durante treinta años en el Vaticano, fue consagrado Obispo en 1954, y destinado a la diócesis de Milán. En 1958 fue nombrado Cardenal. La vida del Papa San Pablo VI fue ejemplar y virtuosa. Vivió entregado a la oración y a la penitencia y, por supuesto, al sacrificio constante, pues su pontificado fue una dolorosa subida al Calvario. Este glorioso Papa durante gran parte de su Pontificado fue drogado por inicuos miembros de la Curia Romana con el fin de debilitar su voluntad para que quedara a merced de ellos.
Son muchos los Mensajes Celestiales del Palmar (y de otros lugares de Apariciones), más de cien del Palmar, que hablan de la situación del Papa San Pablo VI durante su Pontificado. Son importantísimos, e imprescindibles para poder entender su Papado. Nuestro Señor Jesucristo se dignó así asistir a su Iglesia en esos terribles años, aclarando la situación del Papa perseguido, conocimiento esencial para que los fieles pudieran orientarse ante la creciente apostasía en la Iglesia Romana; ya que era imposible de entender sin la orientación del Cielo. Al mismo tiempo, el vidente principal del Palmar, Clemente Domínguez y Gómez, hoy el Papa San Gregorio XVII, es muchas veces mandado a llevar los mensajes a Obispos y Sacerdotes y a dar conferencias en distintas naciones y continentes a fin de hacer llegar la verdad a toda la Iglesia.
Día 17 de mayo de 1970. (Sagrado Lugar del Lentisco de El Palmar de Troya. Domingo de Pentecostés. Apariciones y Mensajes a Clemente Domínguez:) Nuestro Señor Jesucristo:
“Hijos míos: Os prometí el día de mi Ascensión que os enviaría al Consolador. Os lo mando para que os fortalezca en la Fe, os llene de caridad y de amor a todos vuestros hermanos, para que nunca perdáis la esperanza. YO SOY LA VIDA. Os digo, hijos míos, que el que verdaderamente esté arrepentido de sus pecados, recibirá el soplo del Espíritu Santo, el cual os dará gran fe y comprensión para entender esta Grandiosa y Majestuosa Aparición de los Últimos Tiempos.
Os voy llamando, y pocos atendéis a mis llamadas. Otros dan pasos muy lentos y otros corren muy a prisa. Hay que buscar el medio, y el medio está en Mí. Desde hoy amaréis más a mi Santísima Madre, la Virgen María. Obedeceréis prontamente a mi Vicario Pablo VI, Roca infalible, el Papa que está siendo crucificado por sus propios hijos, lo que aumenta más su dolor, pues ve que se descarrían las ovejas, que su voz no encuentra el debido eco, y otros con maldad la combaten, y otros llegan al colmo de negar su Pontificado; pero Yo, que asisto a mi Iglesia hasta la consumación de los siglos, no permitiré que mis elegidos sean engañados. Os digo: NO OIGÁIS PALABRAS CONTRA EL PAPA PABLO VI, ELEGIDO POR EL ESPÍRITU SANTO. Él se alegrará por toda la eternidad, porque gozará de la contemplación de mi Divino Rostro Glorioso, espejo de mi Augusta Divinidad. Rogad mucho por Él; está sufriendo como no os imagináis; pero Él está decidido a dar la vida por Mí; Él es fiel a Mí y verdadero devoto de mi Santísima Madre; por eso Ella lo cubre con su Santo Manto. Ahora os bendigo”.
El Padre Eterno:
“Hijos míos: Todas las palabras que habéis escuchado son de mi Divino Hijo Jesús, en el cual tengo puestas mis complacencias. Él es vuestro Pastor y Él habla al Pastor terrenal, actualmente Pablo VI. Vuestro querido Papa habla en nombre de Jesús. Obedeciéndole a Él obedecéis a Jesucristo, vuestro Salvador. Seguid siempre con él, es la Roca inconmovible en la que Cristo ha dejado su potestad; siguiéndole a él os salvaréis, y no oigáis palabras que contradigan al espíritu de vuestro Pastor Supremo Pablo VI; y quien negare este Pontificado, más le valiera no haber nacido. Me refiero, naturalmente, a los hijos de la Iglesia Católica, de cuyos hijos no se pueden esperar tales palabras, ya que ofenden al Espíritu Santo, pecado imborrable, cuyo juicio es de condenación eterna. Os bendigo”.
El Papa San Gregorio XVII Magnísimo en sus Documentos Pontificios dice:
“En cuanto a Nuestro Venerado Predecesor el Papa San Pablo VI, diremos que su pontificado fue una auténtica Calle de la Amargura que le iba encaminando hacia el Gólgota. Este santo Papa vivió su pontificado cargado con una pesada cruz. Para los progresistas, resultaba ser un retrógrado. Para los extremistas tradicionalistas, aparecía como un hereje, otras veces como un antipapa, e incluso como un Anticristo. Este Papa, prácticamente se sintió solo. Si otros Papas anteriores usaron el sobrenombre de prisionero, no cabe duda que este Papa era el prisionero por excelencia. Algunos Papas anteriores vivieron como prisioneros domiciliarios, dentro del Vaticano.”
“Digamos que los carceleros y verdugos de los Papas anteriores, generalmente vivían fuera de las murallas vaticanas. El Papa San Pablo VI vivió en el Vaticano rodeado de los enemigos, los cuales hacían de carceleros y verdugos. Este santo Papa pasó un pontificado sometido a grandes dosis de drogas, que le administraban sus verdugos; los cuales, eran cardenales, obispos, sacerdotes, etc., etc. Entre esos verdugos descollaban el cardenal Juan Villot, el cardenal Juan Benelli, el cardenal Sebastián Baggio, el cardenal Poletti; y, entre otros, descollaba también Casaroli, el ministro de asuntos exteriores, el cual fue el gran traidor que abrió las puertas para el diálogo satánico con los marxistas. El Papa San Pablo VI no fue el culpable de las herejías introducidas, pues él vivió coaccionado y sometido a drogas. También era falseada la firma del Sumo Pontífice, e igualmente se daban a conocer documentos falseados. Los masones y otros herejes infiltrados en la Curia Romana llegaron al colmo de destruir la Misa auténtica, cambiándola y suplantándola por la herética misa del gran masón y traidor Bugnini”…
“Nos, anatematizamos el llamado “Novus Ordo Missæ”. Lo que quiere decir, la misa confeccionada e impuesta en noviembre de MCMLXIX. Pues, no es posible ser inspirada por Dios una misa que ha sido elaborada y confeccionada por herejes. Nos, proclamamos ante el inapelable Juicio de Dios y el Juicio de la Historia que, esa nueva misa, no es obra de Nuestro Venerado Predecesor el Papa Pablo VI. Pues, proclamamos abiertamente que conocemos que Nuestro Antecesor fue terriblemente coaccionado y sometido a drogas. Por lo tanto, su firma Papal, fue sacada a la fuerza, quedando inutilizada la recta voluntad del Sumo Pontífice”…
“Pablo VI, sabemos que fue víctima de la masonería vaticana, que le sometió a frecuentes lavados de cerebro mediante drogas, haciendo que la mano intachable del Papa firmara a veces lo indebido, aunque en la mayoría de los casos falsificaban su firma”.
El Papa San Pablo VI murió envenenado por medio de una sobredosis de drogas suministrada por el perverso cardenal, el gran masón de grado 33 Juan Villot, que está en el fuego eterno del Infierno. El Papa San Pablo VI fue canonizado por el Papa San Gregorio XVII Magnísimo el día 24 de octubre de 1978.
Tenemos también el testimonio de algunos fieles que corrobora lo dicho arriba: Un médico especialista en drogadicción, en una audiencia en el año 1970, vio que San Pablo VI estaba drogado. Una fiel ese mismo año, en una visita a la Basílica de San Pedro, salió brevemente por una puerta al exterior, y vio por una ventana a dos clérigos arrastrando a San Pablo VI a través de una sala. Otra fiel, en una audiencia, vio que San Pablo VI, al final de su discurso preparado, quiso acercarse al micrófono para decir algo más, sin embargo intervino el Cardenal Villot, y hábilmente lo impidió, etc.
El Papa San Gregorio XVII, Magnísimo
El Papa San Gregorio XVII Magnísimo. De Glória Olívæ. (6-8-1978 al 21-3-2005).
Doctor. Excelsísimo Reformador de la Vida Sacerdotal y Religiosa. Celosísimo y Preclarísimo Restaurador del Santo Sacrificio de la Misa y Reformador de los Santos Ritos y de las Santas Costumbres. Eficacísimo Protector de la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Palmariana. Elegido directamente por Cristo. Sublime Místico. Estigmatizado. Mártir Espiritual. Vilmente calumniado y traicionado. Ciego completamente durante todo su Pontificado. Excelso Fundador y Reformador. Patriarca del Palmar de Troya. Celosísimo Guía y Guardián del rebaño. Eficacísimo Protector de la Santa Sede Palmariana. Mensajero Apocalíptico. Preclarísimo Caudal de Doctrina y Disciplina. Luminosísimo Astro Solar de la Iglesia.
El Papa San Gregorio XVII, llamado en el siglo Clemente Domínguez y Gómez, nació en la ciudad de Sevilla, España, el día 23 de abril del año 1946. Era hijo de Rafael y de Santa María Luisa, canonizada por su mismo hijo. Siendo muy niño se manifestaron en Clemente Domínguez señales evidentes de su futura gloria como Papa. Descendía de la tribu de Judá, y también unía en sí, la noble sangre de España con la auténtica sangre de Francia. Siempre se destacó por su gran amor a la Santísima Virgen María y por su devoción a la Santa Faz.
La Santísima Virgen María se había aparecido por primera vez en El Palmar de Troya-Sevilla, España, el día 30 de marzo del año 1968, en el lugar del Lentisco, que hoy está dentro de la Basílica Catedralicia Palmariana, en donde se veneran la Santa Faz del Señor y la Imagen de Nuestra Madre del Palmar Coronada. San Gregorio visitó con frecuencia El Palmar, aunque su entrega definitiva a esta Santa Obra fue el 15 de agosto de 1969. La primera visión celestial del joven Clemente Domínguez y Gómez, fue el 30 de septiembre de 1969, en el Lugar del Lentisco. Desde entonces se convirtió en el principal vidente de El Palmar. El Cielo se volcó para con él con maravillosas apariciones. Sus éxtasis eran de grandeza, profundidad y belleza indescriptibles. Los numerosos Mensajes que recibía eran una llamada continua, del Señor y de la Virgen María, a la oración y penitencia, una invitación angustiosa para que todos fuesen a El Palmar, una denuncia de las herejías y del progresismo que asolaban sin piedad a la Iglesia.
En su vida de seglar, como vidente principal de las Apariciones de El Palmar de Troya, el entonces Clemente Domínguez y Gómez, siendo aún muy joven, tuvo que luchar valerosamente para dar a conocer los muy comprometidos Mensajes que Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María le fueron dando durante largos años. Su lealtad a Dios, quedó bien probada. El joven Clemente Domínguez y Gómez, se entrevistó con las más altas Jerarquías de la Iglesia Romana, ya en su mayoría corrompida, de España y de otras muchas naciones de Europa y América, y se enfrentó a muchos de esos Jerarcas para hacer valer, ante el obstinado proceder de ellos, los derechos de Dios y de la Iglesia conforme el Señor y la Virgen María se lo ordenaban. Visitó en varias ocasiones, en su residencia de Roma, al Cardenal San Alfredo Ottaviani, para que presentara ante el Papa San Pablo VI, Mensajes relacionados con la Iglesia y con su Pontificado, y en algunos de estos Mensajes se daban nombres y señales de cardenales y obispos traidores. En una ocasión, en un gesto de suprema valentía, Clemente Domínguez entregó los Mensajes de El Palmar al mismo Papa San Pablo VI, en una de las audiencias papales. Fue muy perseguido, incluso en el mismo Lugar de Apariciones de El Palmar de Troya, por muchos de los que frecuentaban el Sagrado Lugar, y gran culpa de ello la tenían otros videntes, que cobardemente traicionaban sus propios Mensajes, y de esta manera desacreditaban los que Clemente recibía.
Clemente Domínguez y Gómez, ya en sus comienzos, se convirtió en el gran Apóstol de la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo y del Santo Rosario Penitencial, cuyas devociones fueron muy combatidas por muchos, y que él tuvo que defender con coraje. El día 2 de febrero de 1970, por mandato del Señor a Clemente Domínguez, se entronizó en el Sagrado Lugar del Lentisco de El Palmar de Troya, la Santa Faz de Jesús, la misma que actualmente se venera. Y el día 12 de septiembre de 1972, también por mandato del Señor al mismo vidente, se entronizó en el Sagrado Lugar del Lentisco, la Imagen de la Santísima Virgen María que hoy se venera con el título de Nuestra Madre del Palmar Coronada. Clemente Domínguez y Gómez fue el gran defensor del Papa San Pablo VI, y delató ante el mundo, con valentía y decisión, que este Papa era víctima de la masonería vaticana, cuyos masones le administraban fuertes drogas para anular su voluntad. Clemente Domínguez, siendo aún muy joven, recibió la gracia de los Estigmas de la Pasión de Cristo, en las manos, en la frente y en el costado derecho, misterios que se repitieron después en varias ocasiones. Algunas de estas llagas las recibió en presencia de muchos de los que frecuentaban el Sagrado Lugar de El Palmar.
El 23 de diciembre de 1975, el entonces Clemente Domínguez y Gómez, fundó la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz. El 1 de enero de 1976, en el Sagrado Lugar del Lentisco de El Palmar de Troya, fue ordenado Sacerdote por el Arzobispo San Pedro Martín Ngô-dinh Thuc, y el 11 de enero del mismo año, fue consagrado Obispo por el mismo Jerarca, que llegó desde Roma para cumplir tan trascendental misión. Tras su consagración como Obispo, el Padre Clemente Domínguez, por mandato del Cielo, ordenó y consagró a muchos, formando así el Colegio Episcopal de El Palmar de Troya. Todo ello fue motivo de una terrible persecución, promovida por el arzobispo de Sevilla José María Bueno Monreal, hasta el punto que estuvo encerrado una noche en los calabozos de la comisaría de Utrera, junto con el Padre Manuel Alonso Corral; y, al día siguiente, 6 de abril de 1976, por la mañana, ambos pasaron de la prisión de Utrera al Juzgado de Instrucción, en donde les esperaban otros religiosos de la Orden. La decisión del Juez era ingresar en la cárcel de Sevilla al Padre Fundador, Clemente Domínguez, y al Padre Manuel Alonso. La única solución que había era la de marchar todos al extranjero. El Juez estuvo de acuerdo y dejó a todos en libertad a condición de que, en este mismo día, salieran de Sevilla camino de Francia. Por tanto fueron desterrados el Padre Fundador junto con diecisiete Obispos, ocho Presbíteros y dos legos, pudiendo volver a Sevilla a finales de abril del mismo año. No obstante en el Juzgado de Instrucción de Utrera se inició un proceso contra Clemente Domínguez, Manuel Alonso y dieciocho Obispos más de El Palmar, por usurpación de funciones, uso indebido de hábito eclesiástico, por las consagraciones y por los actos de culto realizados en El Palmar de Troya; y el 11 de abril de 1977, la Audiencia Territorial de Sevilla dictaminó que no concurrían los requisitos necesarios para la existencia de los delitos imputados, determinando el sobreseimiento del proceso; y de esta manera terminó el procesamiento de los referidos veinte Obispos Palmarianos.
El 29 de mayo de 1976, en uno de sus incansables viajes apostólicos, el Obispo Padre Clemente Domínguez perdió sus dos ojos en un accidente automovilístico, lo cual fue para él de inimaginable sufrimiento. No obstante, como ciego, continuó con la misma intensidad apostólica por España, otras naciones de Europa y de América. El día 4 de agosto de 1976, Nuestro Señor Jesucristo, en una de sus maravillosas apariciones, prometió al entonces Padre Clemente el Primado de la Iglesia, con estas palabras: «Tu serás el futuro Pedro. El Papa que consolidará la Fe y la integridad en la Iglesia, luchando contra las herejías con gran fuerza, porque te asistirán legiones de Ángeles… El Gran Papa Gregorio, la Gloria de las Olivas». El 1 de enero de 1977, el Obispo Padre Clemente coronó canónicamente a la Sagrada Imagen que hoy preside en el camarín del Lentisco con el título de Nuestra Madre del Palmar Coronada. Años después, coronó también la imagen del Santísimo José y la de Santa Teresa de Jesús. El 20 de enero de 1977, por mandato de la Santísima Virgen María, el Obispo Padre Clemente cambió su nombre de pila por el de Padre Fernando. Por voluntad expresa de Dios, y hasta la muerte del Papa San Pablo VI, el Obispo Padre Fernando ocupó la altísima dignidad de Vicevicario de Cristo en la Iglesia.
El día 6 de agosto de 1978, hallándose el Obispo Padre Fernando en Santa Fe de Bogotá, Colombia, falleció el Papa San Pablo VI. Desde ese momento, por disposición de Dios, pasó a ocupar la Silla de San Pedro, con el nombre de Gregorio XVII, de Glória Olívæ. Poco después, se apareció Nuestro Señor Jesucristo, acompañado de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y depositó sobre la cabeza del nuevo Papa la Sagrada Tiara, siendo así coronado de manera misteriosa y profunda. Entre otras muchas cosas, el Señor le dijo: «Sólo los sencillos y humildes de corazón reconocerán al que es el verdadero Papa: El Papa Gregorio XVII. Comienza el Gran Pontificado de la Gloria de las Olivas. El Papa anunciado por muchos místicos, por muchas profecías». También le anunció que, en el cónclave de Roma, saldría el antipapa. Estuvo presente en el magno acontecimiento de la aparición de Nuestro Señor Jesucristo el Obispo Secretario de Estado, Padre Isidoro María, Manuel Alonso en el siglo, hoy el Papa San Pedro II Magno. El día 9 de agosto del mismo año, el Vicario de Cristo, San Gregorio XVII, llegó en avión a El Palmar de Troya procedente de Colombia, y de esta forma misteriosa quedó trasladada la Cátedra de San Pedro desde Roma a El Palmar de Troya, que pasó a ser la Sede Apostólica de la verdadera Iglesia: La Una, Santa, Católica, Apostólica y Palmariana, también llamada Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz. El día 15 de agosto del mismo año, fue la Solemne Coronación Oficial del Sumo Pontífice Palmariano, es decir su coronación externa y visible, de manos de cuatro Obispos, quienes impusieron sobre su cabeza la Sagrada Tiara. Así comenzó la historia del Papado en El Palmar de Troya, con la misión de restaurar y mantener la integridad doctrinal y disciplinaria en la Iglesia de Cristo, mediante profundas reformas y magistrales enseñanzas.
Tras la muerte del Papa San Pablo VI, se consumó la apostasía general de la iglesia romana, que dejó de ser la verdadera Iglesia de Cristo. Dicha apostasía arrastró tras sí a toda la humanidad católica, con excepción de un reducto que se mantuvo firme en la verdadera doctrina de la Iglesia: Los fieles palmarianos bajo el cayado del verdadero Vicario de Cristo, el Papa San Gregorio XVII, con Sede en El Palmar de Troya. En contraposición a la verdad, fue nombrado en la apóstata sede romana un falso pastor: El siniestro antipapa Juan Pablo I el masón, lobo disfrazado de oveja, cuyo lema es «De Medietáte Lunæ», que significa «De la Media Luna», símbolo de cismas y herejías; y tras su seudo y efímero pontificado, fue nombrado otro falso pastor: El antipapa Juan Pablo II el masón, bestia voraz, y relevante precursor del Anticristo, cuyo lema es «De Labóre Solis», que significa «El Eclipse del Sol», y que osó interponerse entre el Sol, el Papa San Gregorio XVII, y la humanidad, dando lugar al mayor eclipse espiritual conocido hasta entonces. El antipapa Juan Pablo II fue el mayor propagador de las herejías y demás corrupciones.
El Papa San Gregorio XVII Magnísimo, enarbolando su espada flamígera, fue egregio látigo contra todas las herejías y demás corrupciones, esparcidas por el mundo por los sembradores de la iniquidad. Este Vicario de Cristo anatematizó enérgicamente a los antipapas de la iglesia apóstata romana y a todos sus seguidores. Este Sumo Pontífice, como Celoso Guardián de la Casa del Señor, vigiló la puerta del aprisco confiado a Él por Cristo, impidiendo que los lobos feroces penetrasen para dispersar y devorar el rebaño; y a su vez expulsó a los que, camuflados, pretendían corromper la Iglesia desde dentro. Este Gran Caudillo del Tajo, con los cánones de su doctrina infalible y de su disciplina inflexible, proclamó la Gran Cruzada del periodo apocalíptico mediante un edicto doctrinal y disciplinario, pero bélico, en defensa de los derechos de Dios y de la Iglesia; con Él comenzó el Caudillaje del Tajo, y por tanto el Caudillaje Carmelitano o de los Crucíferos de los Últimos Tiempos.
El Papa San Gregorio XVII, hizo numerosos Viajes Apostólicos: Por Europa, América, Asia, Oceanía y África, predicando por doquier. En uno de ellos, el más largo, visitó las diócesis palmarianas de los cinco continentes. En varias ocasiones estuvo en Jerusalén y en otras ciudades de Israel relacionadas con la Vida, Pasión y demás misterios de Cristo y María. El Papa San Gregorio XVII fue el gran Mensajero Apocalíptico. Gracias a sus Mensajes, el mundo ha llegado a conocer con entera veracidad lo concerniente a estos Últimos Tiempos o Era Apocalíptica. Él tuvo la suficiente valentía e intrepidez de evidenciar los grandes acontecimientos. Gracias a su fidelidad a los Mensajes recibidos de Dios, la humanidad es conocedora de lo contenido en el Mensaje Secreto de Fátima, tan manipulado y traicionado por la misma vidente, la réproba Sor Lucía de Fátima, en complot con el antipapa, el réprobo Juan Pablo II y otras altas jerarquías de la iglesia apóstata romana. Sor Lucía de Fátima traicionó la verdad del Mensaje Secreto de Fátima, para complacer a los altos jerarcas vaticanos. El Mensaje Secreto de Fátima, es fundamentalmente el siguiente: El comunismo y la masonería escalarán la cima y demás altos puestos del Vaticano; lo cual se consumó con el establecimiento en Roma del antipapado tras la muerte del Papa San Pablo VI. Tras la muerte de Sor Lucía de Fátima, Nuestro Señor Jesucristo se apareció al Papa San Gregorio XVII, el día 22 de febrero del 2005, y le dio el siguiente Mensaje: «La apóstata Sor Lucía de Fátima está en el fuego eterno del Infierno». El Papa San Gregorio XVII, llevó a cabo la dificilísima y trascendental tarea de dar continuidad, en el Sagrado Lugar de El Palmar de Troya, a la Santa Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Es el gran restaurador y reformador de los Santos Ritos y Santas Costumbres. Gracias a su incansable labor como Sumo Pontífice y Maestro Infalible, enriqueció sobremanera el tesoro doctrinal y disciplinario de la Iglesia y consolidó la Fe y la integridad. San Gregorio XVII fue un Papa gigante. Por eso el Papa San Pedro II Magno le dio el sobretítulo de «Magnísimo», no concedido a ningún otro Papa después de San Pedro.
Entre sus grandes obras pontificias descuellan: Una cincuentena de Documentos Pontificios. Un sinfín de Definiciones Dogmáticas. Innumerables Decretos, Cartas y Notas Apostólicos. Un sinnúmero de Canonizaciones de preclaros miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Muchos viajes apostólicos por los cinco continentes. La convocatoria, solemne apertura, presidencia, dirección, aprobación, firma y solemne clausura del Santo, Magno, y Dogmático Primer Concilio Palmariano. La convocatoria, solemne apertura, presidencia, dirección, aprobación, firma y solemne clausura del Santo, Magno y Dogmático Segundo Concilio Palmariano. Por tanto, fruto también de su fecundísimo Pontificado fueron: El Credo Palmariano, el Tratado de la Misa, el Catecismo Palmariano, la Moral Palmariana, el Tratado de la Santísima Trinidad, el Código de Derecho Canónico Palmariano, y sobre todo la Historia Sagrada o Santa Biblia Palmariana. Es por antonomasia el Papa de la Santa Biblia, pues, en su ingente labor doctrinal, fue el primer Papa que llevó a cabo la interpretación infalible de la Biblia Oficial de San Jerónimo, llamada Vulgata, así como de las demás versiones bíblicas, en las cuales la Palabra de Dios está mezclada con muchos errores y muchas manipulaciones de los hombres. La publicación de la Historia Sagrada o Santa Biblia Palmariana es un triunfo contundente del Papa San Gregorio XVII contra los ardides de Satanás y de sus secuaces infernales y terrenales, pues en la Santa Biblia Palmariana se contiene la Palabra de Dios en su absoluta autenticidad y pureza; y por tanto, ya liberada de los errores y manipulaciones que la contaminaban y oscurecían sensiblemente. El Papa San Gregorio XVII, como Doctor Universal, enseñó magistralmente: «La Biblia tiene autoridad bajo la interpretación infalible del Magisterio de la Iglesia».
El Papa San Gregorio XVII fue terriblemente combatido, incluso por la gran mayoría de sus compatriotas sevillanos, pues le trataron de loco, de farsante, de hereje, de cismático, de embaucador, de negociante y de otros calificativos peyorativos. Sin lugar a dudas, todo eso provenía, en gran parte, de la envidia incontenible que le tenían ante la grandeza de sus obras. En Sevilla, su muy querida ciudad natal, fue considerado como un personaje siniestro. Un día les pesará a los sevillanos el no haber reconocido a tiempo a San Gregorio XVII, uno de los Papas más grandes de la Historia de la Iglesia. Cuando se den cuenta, no tendrán pañuelos suficientes para enjugarse las lágrimas e irán a El Palmar a comerse las piedras de ese Sagrado Lugar, Sede Apostólica de la Iglesia, en donde se han dado las más grandes Apariciones Celestiales, que por su obstinación no han querido tampoco reconocer. Una vez más se cumplen las palabras del Señor: «En verdad os digo, que ningún profeta es aceptado ni honrado en su patria».
El Papa San Gregorio XVII fue favorecido con grandes visiones y mensajes desde los comienzos de El Palmar. Fue un místico de elevadísimo grado. Sus visiones fueron incontables, ya que Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María se le manifestaban con muchísima frecuencia. Fueron también numerosas sus visiones del Eterno Padre, del Espíritu Santo, de San José y de gran número de Santos. Penetró a través de sus excelsos éxtasis en grandes misterios, muchos dados a conocer y otros reservados para sí. Muchas veces fue arrebatado a la contemplación de la Esencia Divina. Además gozaba del don de penetrar en el interior de las almas, de lo cual dio múltiples pruebas inconfundibles. Sus mensajes son numerosísimos, de variadísimo contenido, de esclarecida sabiduría y riqueza doctrinal. Con mucha frecuencia recibía celestiales locuciones para muchos de los asuntos concernientes a la Santa Iglesia, a la Orden, y otras cuestiones. Fue uno de los más destacados profetas de la Historia de la Iglesia.
Si bien la Sede Apostólica de la Iglesia Palmariana es el Sagrado Lugar de El Palmar de Troya, no obstante el Papa San Gregorio XVII residió en Sevilla hasta el día 24 de julio del año 2003, fecha en que se trasladó a vivir a la «Finca de Nuestra Madre del Palmar Coronada», en donde está situada la Basílica Catedralicia Palmariana, en el pueblo de El Palmar de Troya, Utrera, de la provincia de Sevilla.
El Glorioso Papa San Gregorio XVII Magnísimo, falleció a las 15,30 horas, el día 21 de marzo del año 2005, Lunes Santo, en su celda de la Casa Papal, en la «Finca de Nuestra Madre del Palmar Coronada», El Palmar de Troya. El Glorioso Papa San Gregorio XVII Magnísimo, aunque murió el día 21 de marzo del año 2005, sin embargo consumó sublimemente su fecundísima vida mientras celebraba el Santo Sacrificio de la Misa el día antes, 20 de marzo, en el Altar Mayor de la Basílica Catedralicia de Nuestra Madre del Palmar Coronada; pues en el Altar Sacrosanto fue donde enfermó de máxima gravedad, quedando de esta manera místicamente crucificado en la Cruz del Calvario, ya que la Santa Misa es el mismo Sacrificio del Calvario o Sacrificio de la Cruz. Esta es la suprema aspiración que debe tener todo Ministro del Señor; y, por tanto, el mayor honor que puede haber para un Sacerdote. El Papa San Gregorio XVII fue canonizado solemnemente por su Sucesor el Papa San Pedro II Magno, el día 24 de marzo del año 2005, Festividad de Jueves Santo. Declarado Magnísimo Doctor de la Iglesia por el Papa San Pedro II Magno el día 23 de abril del 2005. El día 29 de julio del 2005 el Papa San Pedro II Magno definió infaliblemente que el alma del Papa San Gregorio XVII Magnísimo, de Glória Olívæ, no pasó por el Purgatorio, sino que fue directamente al Cielo.
El Papa San Pedro II, Magno
El Papa San Pedro II Magno. De Cruce Apocalýptica. (21-3-2005 al 15-7-2011)
Magno Doctor, vilmente calumniado y traicionado, Cofundador de la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, Patriarca del Palmar de Troya, Segunda columna principal de la Iglesia de Cristo en el desierto espiritual de El Palmar de Troya, Protector y Defensor de la Santa Iglesia Cristiana Palmariana, Colaborador Magnánimo en la Doctrina y la Disciplina Palmarianas, Abrasado del Celo de Elías, Encumbrado Astro Solar de la Iglesia.
Llamado en el siglo Manuel Alonso Corral, nació en Cabeza del Buey-Badajoz, España, a las seis de la mañana del jueves 22 de noviembre de 1934, día de Santa Cecilia, virgen y mártir; por lo que se le impuso como segundo nombre de pila, Cecilio. A los pocos días fue bautizado en la Iglesia Parroquial.
Read More
Su padre, llamado José Alonso Píriz, era natural de Zamora, de profesión, Maestro Nacional; profundamente católico y fiel a los ideales políticos del Movimiento Nacional. Su madre, ferviente católica, llamada Juliana Corral García, canonizada por su hijo el Papa San Pedro II el día 8 de mayo del 2011, era natural de un pueblo llamado Alhocén, en Guadalajara, si bien sus padres eran y vivían en El Vellón-Madrid. Sus padres se conocieron y se casaron al ejercer él como maestro en este último pueblo, hasta que después fue destinado a Cabeza del Buey. Tuvieron siete hijos, cinco varones y dos varonas, siendo Manuel el cuarto de ellos. Le tocó vivir en sus infantiles años, en su pueblo natal, la Gloriosa Guerra Civil Española, en la zona roja hasta poco antes de que terminara. Allí, en Cabeza del Buey, le tocó sufrir los infortunios y desvelos de la belicosa situación por la que pasaba España. Su padre, al que conocían como maestro católico y fidelísimo a la causa de San Francisco Franco, fue objeto de persecuciones por los comunistas del pueblo, sin que por eso él decayera en su firmeza; y, aunque su vida peligraba, él rechazó siempre, con indecible heroicidad, cualquier oferta favorable que conllevara una traición a sus santos ideales religiosos y políticos. La familia tuvo que soportar bombardeos, refugios, huidas al campo, hasta que su padre realizó la valerosa e inolvidable hazaña de pasar, con su esposa y tres hijos pequeños, de la zona roja a la nacional, entre dos frentes, hasta llegar a la ciudad de Zamora, en donde vivían familiares de él. Desde Zamora, una vez acabada la guerra en 1939, cuando tenía cinco años, su familia se trasladó a El Vellón-Madrid, en donde vivían las hermanas de su madre y su hermano Jesús, el inmediato mayor a él, que vivía con ellas. Poco después, retornaron a Cabeza del Buey, hasta que su padre fue destinado como maestro a El Vellón, en donde Manuel hizo su Primera Comunión. De aquí, en el año 1944, con unos nueve años, fue a vivir a Madrid, en donde su padre ejerció su profesión definitivamente. Madrid fue la ciudad en donde se crió, y a la que tanto amaba que se consideraba madrileño de corazón tanto o más que si lo fuera de origen, al estar profundamente penetrado de sus hermosas y típicas costumbres, de sus piadosas tradiciones y de toda su trayectoria cultural, histórica y política. Los primeros estudios oficiales que hizo en Madrid, fue en el Instituto Vázquez de Mella. A los once años realizó el examen de ingreso, para cursar el bachillerato, en el Instituto de San Isidro. Aquí cursó los siete años del entonces Bachillerato Superior. El examen de Reválida, por el que tenía derecho al título, lo hizo en el antiguo edificio de la Universidad Central, obteniendo el título de Bachiller Superior el 12 de julio de 1954. En octubre del mismo año comenzó la carrera de Derecho, conforme al plan libre, ya que una enfermedad no le permitía asistir siempre a clase. Conviene resaltar, que sus piadosos padres se preocuparon de darle a él, como a todos sus hermanos, una sólida formación religiosa, ya que ellos practicaban la religión con la más esmerada escrupulosidad y sujeción a la Santa Madre Iglesia. No se recuerda haber oído de ellos una palabra que ofendiera o menospreciara a algún Sacerdote. Sus padres, aun siendo los hijos ya jóvenes, se preocuparon, con admirable celo, de llevarles a Misa, a confesar y a comulgar, al menos todos los Domingos, festivos y Primeros Viernes de mes. Gracias a Dios, durante su niñez y juventud, aunque con naturales baches, llevó una vida de piedad y de apostolado dentro de la catequesis parroquial y de las milicias de la Acción Católica, colaborando intensamente con sus dos hermanos mayores, José y Jesús, que ocupaban cargos. Su hermano, San José Alonso Corral, llegó a ser Presidente de los jóvenes. Vivió su juventud en Madrid con mucha alegría, ya que, a pesar de los muchos sufrimientos familiares, con motivo de las graves enfermedades, vivía lleno de ilusiones; entre ellas, sus estudios, la literatura, el arte. Su padre les llevaba con frecuencia a conciertos, representaciones teatrales clásicas, al museo del Prado y otros muchos lugares culturales. Sin embargo, su mayor ilusión se centraba en alcanzar un día la vida religiosa. ¡Cuánto padeció por esta causa! Pues siempre veía frustrados sus deseos de entrar en un convento a causa de su precarísima salud. Vivió muchos años con el corazón roto por este motivo. Sin embargo, siempre abrigaba en su interior una esperanza, que luego se cumpliría en El Palmar de Troya-Sevilla, España. La edad de dieciocho años fue clave para él, ya que tomó más conciencia de lo que era la vida espiritual y se entregó de lleno a las prácticas religiosas, llegando a alcanzar un profundo amor a la pureza. En la iglesia de San Pedro el Real de Madrid, popularmente conocida como iglesia de la Paloma, conoció a una señora mayor llamada María Valiente López. De ella, aprendió grandes cosas de la vida espiritual; sobre todo, la devoción a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro, de donde tantos favores le habrían de venir. Él, siendo ya Papa, la canonizaría el día 21 de junio del 2009. A partir de los dieciocho años empezó a tomar contacto con los Padres Redentoristas, y se entusiasmó con el espíritu misionero rural de dicha Orden Religiosa y con la profunda devoción que profesaba a la Santísima Virgen María bajo la advocación de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro. De tal manera le atraía la piedad de ellos, que tomó como director espiritual a uno de estos frailes. Su devoción a la Santísima Virgen, llegó a convertirse casi en locura, ya que no sabía estar un momento sin pensar en Ella. Quiso asegurarse su protección. Para ello, a los dieciocho años, el 25 de julio, Festividad de Santiago Apóstol, hizo un voto solemne de esclavitud mariana delante del cuadro del Perpetuo Socorro; voto que renovó, todos los años, desde entonces hasta su muerte. Se sentía sumamente protegido por la Virgen y en Ella puso toda su esperanza. Mas la devoción mariana, no quedó en un simple fervorín, pues infundió en él un gran amor a la Eucaristía, y procuraba no quedarse ningún día sin la Santa Misa y Comunión, además del rezo del Santo Rosario. Por entonces, estaba él muy enfermo del pulmón, con poca esperanza de curarse pronto, pues cuando hacía algún esfuerzo propio de la vida común, recaía de nuevo y tenía que guardar cama. Todos los años iba con gran fervor al novenario que hacían los Redentoristas a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro. Como él sufría mucho por su enfermedad, solía pedir a la Santísima Virgen la curación. A finales del año 1955 comenzó a sentir como una seguridad de que en el siguiente novenario a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro le curaría totalmente, confianza que se afianzaba más en él cada vez que miraba al cuadro del Perpetuo Socorro. El 7 de febrero de 1956, murió su santo hermano José, con gran pena para él y para toda la familia. En el mes de mayo siguiente, asistió como de costumbre al novenario de la Virgen, y desde entonces jamás volvió a estar enfermo del pulmón. Los médicos que después le vieron, se admiraban de lo bien que quedó curado. Algunos meses después de la muerte de su hermano, dentro del año 1956, cuando tenía veintiún años de edad, como se encontraba bien de salud, comenzó a trabajar en la Junta de Energía Nuclear, gracias a un primo suyo que ocupaba allí un puesto de ingeniero de minas. Para él fue de mucha alegría el poderse ganar la vida a la vez que continuaba sus estudios de Derecho, por los que sentía singular atracción. Gran esfuerzo, y casi heroico sacrificio, le costó sacar adelante la carrera; pues, por motivo de su trabajo, tenía que levantarse todos los días muy temprano para no perder la Santa Misa y Comunión, ya que, la jornada laboral comenzaba a las ocho de la mañana y daba fin a las seis de la tarde, con breve interrupción para comer. Y una vez concluida, se quedaba en su despacho para estudiar hasta muy tarde, retornando después a casa. Sufría mucho por falta de sueño; ya que, no tenía apenas tiempo para dormir y, además, no le era fácil conciliarlo. Su preocupación por recibir diariamente la Santa Comunión, le llevaba, con mucha frecuencia, a hacer grandes sacrificios; y no pocas veces la intervención de Dios se hacía notar, para no quedarse privado del sobrenatural alimento. Era muy corriente, el que recorriese las calles de Madrid, a toda prisa, buscando de iglesia en iglesia en donde comulgar, aprovechando los descansos entre una clase y otra, cuando asistía por la tarde a la universidad. Raramente perdía la Santa Comunión, pues la buscaba todos los días con gran vehemencia. La carrera de Derecho la terminó en junio de 1963. Fue para él una gran alegría, ya que le había costado muchas privaciones; pues mientras otros, después del trabajo de oficina, se iban a distraer, o al menos a descansar, él se quedaba encerrado estudiando largas horas. En el año 1964, la Junta de Energía Nuclear, le concedió una beca para estudiar la carrera de Ciencias Empresariales. La nueva carrera, implicaba, también, para él grandes sacrificios. Pues terminado su trabajo en la Junta, tenía que asistir de siete de la tarde a diez de la noche a clase, y después, en casa, ponerse a estudiar. Si antes dormía poco, ahora menos. Mas, estos estudios, le proporcionaban más ventaja para poder cumplir con sus deberes religiosos; ya que, en el colegio de los jesuitas en que estudiaba esta carrera había, lógicamente, capilla, en donde le era fácil oír Misa y Comulgar. La carrera de Ciencias Empresariales era de tres años y, gracias a Dios, fue sacando cada curso con muy buenas notas; sobre todo el último, a pesar de que estuvo enfermo en cama un mes con hepatitis y otro tanto de convalecencia. En junio del año 1967, la terminó, con el correspondiente título de Graduado. Compartía su trabajo y estudios con el apostolado de la Acción Católica. También, solía visitar los Domingos los hospitales, enseñando y consolando a los enfermos. Hasta los veintiocho años, su vida de apostolado fue muy intensa, pues dedicaba a ello todos sus ratos libres. En una ocasión hizo interno los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, con los jesuitas, en donde se le aseguró que en absoluto servía para la vida religiosa; no obstante, dichos ejercicios, fueron para él de gran provecho y experiencia. También, tomó parte en los Cursillos de Cristiandad, que fortalecieron su espiritualidad, la cual ya empezaba a decaer. Mas, a partir de los veintiocho años, en que tomó más contacto con el mundo, se vio arrastrado por las miserias humanas, hasta entonces casi dormidas en él, con la correspondiente lucha constante de caer y levantarse; ya que, a pesar de sus muchas caídas, jamás se abandonó del todo, pues confesaba y comulgaba muy a menudo. Fueron entonces años de gran sufrimiento interior, de indescriptible desolación y casi desesperación. Mas, en medio de este negro torbellino, se le dio a conocer por un sueño, que la Santísima Virgen María le ayudaría a vencer a Satanás, con un nuevo resurgimiento de su vida espiritual; lo cual, se cumpliría luego en El Palmar de Troya. En el sueño, vio que una gran sombra le arrojaba por un tremendo precipicio y que alguien le tomaba en sus manos librándole de caer al abismo. Siempre fue un gran enamorado de la literatura y del arte. Desde muy chiquito, como ya se dijo, su padre les inculcó, tanto a él como a sus hermanos, el amor a los buenos libros, a la pintura y demás manifestaciones culturales que no fueran contra la Ley de Dios. Su madre tenía menos tiempo para ello, debido a sus muchas ocupaciones en la casa; aunque también compartía las aficiones de su esposo. A él, toda obra literaria, le apasionaba; sobre todo la poesía. Leyó desde joven a los clásicos españoles: Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, San Pedro Calderón de la Barca, etc… Y también, a lumbreras del romanticismo, contemporáneos, etc… Llegó a escribir un buen número de poemas; obteniendo un primer premio de poesía en un concurso poético; si bien, cuando se hizo religioso, quemó todos sus escritos. Hacia finales del año 1966, cuando estaba aún estudiando la carrera de Ciencias Empresariales, conoció en Madrid, a través de un amigo, al superior de los Hermanos de San Juan de Dios, que vivía en Sevilla, en el convento sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Sin Manuel proponerle nada, dicho superior le ofreció un puesto en la compañía de Seguros y Talleres de esta obra, con el fin de que la organizara administrativa y contablemente. Manuel le dijo que sí, pero que tenía que terminar antes su segunda Carrera. Le entusiasmaba mucho venirse a vivir a Sevilla, ciudad que recientemente antes había visitado dos veces y de la que había quedado seducido por su extraordinaria belleza. Terminada su carrera, pidió la excedencia en la Junta de Energía Nuclear y se la concedieron por un año. El 15 de enero de 1968, llegó a Sevilla en su coche, acompañado de su madre y un hermano. Fue recibido con mucho cariño y consideración por el superior de los Hermanos de San Juan de Dios. Comenzó su labor controlando todo el dinero que en los bancos y cajas de ahorros de España se depositaba, con motivo de la gran campaña que dicho superior estaba llevando a cabo para la construcción de la Ciudad de San Juan de Dios en la provincia de Sevilla. Después, se dedicó a controlar y organizar la Compañía de Seguros San Rafael y San Juan de Dios, que se hallaba en un verdadero caos; la cual, con mucho trabajo y prudencia, logró encarrilar. Se sentía muy feliz trabajando en esta obra. Era muy querido y considerado por todos, tanto religiosos, como niños y empleados. Trabajaba con mucho entusiasmo; especialmente, porque se trataba de una obra católica y social. Jamás miró sacrificios y gozaba de la gran confianza de dicho superior y demás religiosos. Su venida a Sevilla, bellísima capital, se vio poco después relacionada con uno de los acontecimientos más transcendentales de la historia: Las Apariciones de la Santísima Virgen María en El Palmar de Troya y su relación con el principal vidente, Clemente Domínguez y Gómez. El día 30 de marzo de 1968, la Santísima Virgen del Carmen se aparece, por primera vez, sobre un lentisco de la finca La Alcaparrosa, a cuatro niñas del pueblo: Rafaela, Ana, Josefa y Ana. Esta planta, llamada lentisco, abundaba mucho en la finca. Del lentisco de la primera aparición, no quedó nada, pues los devotos cortaban sus ramas como valiosa reliquia. En el lugar exacto se colocó una pequeña Cruz de madera, y alrededor de ella se hacían las oraciones y los videntes recibían las visitas celestiales. Después, siendo ya Clemente vidente, se colocó en este lugar del Lentisco la Sagrada Faz de Jesús y la imagen de Nuestra Madre del Palmar. De esta manera se conservó el sitio elegido por la Santísima Virgen en su primera aparición. Tras las cuatro primeras niñas, fueron surgiendo otros videntes: Rosario Arenillas, de El Palmar de Troya, el 14 de abril de 1968; María Marín, de Utrera, el día 20 de mayo de 1968, y María Luisa Vila, de Sevilla, el día 6 de junio de 1968. Y, dentro del mismo año: Antonio Romero, José Navarro (Cayetano), Manuel Fernández, Antonio Anillos y otros, todos residentes en El Palmar de Troya. Posteriormente también fue elegida, como vidente, Arsenia Llanos, de Jerez de la Frontera. Por desgracia todos estos videntes después traicionaron la Obra de El Palmar y abandonaron, por distintos motivos, este Sagrado Lugar de Apariciones. Conoció a Clemente, en Sevilla, el día 18 de mayo de 1968; y fue en el momento preciso, determinado por la Providencia, para poder conocer, seguir y compartir las etapas que, como vidente, habría de vivir. Desde que conoció a Clemente, su amistad fue, cada día, más estrecha y sincera. Él había nacido en esta ciudad de Sevilla, en una casa muy próxima a la actual catedral apóstata romana, el día 23 de abril de 1946. Trabajaba en una oficina como contable y su manera de vivir era sencilla. En los primeros días de esta amistad, y tras una conversación que mantuvieron, Clemente le reveló que, en el espacio de una semana, había tenido dos sueños: se le había aparecido la Santísima Virgen y le había impuesto el hábito de Santo Domingo. Clemente le contaba todo esto con una gran naturalidad, a lo que Manuel no dio importancia. Pero él, seguro de la trascendencia de esos sueños, reafirmaba rotundamente: yo seré Dominico. Cuando conoció a Clemente, Manuel ya había visitado el lugar de la Aparición, como simple curioso, aunque manteniendo un cierto respeto e interés. Habló a Clemente de El Palmar, que él también había visitado ya, y en el coche de Manuel se desplazaron al Lugar de las Apariciones. Durante las distintas visitas que hicieron durante el año 1968, su postura fue de curiosidad respetuosa, pues en el fondo admitían que pudiera haber algo sobrenatural. Era el 15 de octubre de 1968. Se enteraron que la Santísima Virgen había llamado, por medio de María Marín, para que acudieran muchos, ese día, a El Palmar. Clemente y él fueron a El Palmar ya de noche. Cuando llegaron todo había pasado, pues eran cerca de las once de la noche. Sin embargo, a esa hora les esperaba algo desagradable. Al llegar a la puerta de la finca, observaron que aún, en el Lentisco, había un grupo de personas. Éstas daban vueltas, como danzando en corro, alrededor de una mujer, mientras que, intercalando sarcásticas carcajadas, cantaban las Avemarías del Rosario, entre risotadas y aplausos diabólicos. El espectáculo estremecedor se apreciaba, a esa distancia, gracias a unos cirios que arriba estaban encendidos. No se atrevieron a subir al Lentisco. Rezaron unas Avemarías y regresaron a Sevilla. Algún tiempo después les informaron que una mujer demente, que nadie conocía, había sembrado la confusión entre los asistentes diciendo que era la encarnación de la Virgen del Pilar. Desde esa fecha, Clemente y él, desistieron casi de visitar El Palmar. Sin embargo, fue entrado el verano del año 1969 cuando, gracias a un artículo publicado en el periódico ABC, por un Padre Jesuita, en defensa de El Palmar, nuevamente sintieron cierto interés por estos fenómenos sobrenaturales. Una fecha clave es la del 15 de agosto de 1969, festividad de la Asunción de la Virgen. Por la mañana, salieron Clemente y él hacia las playas de Cádiz, para pasar el día. Pero, en su itinerario, decidieron pasar por El Palmar de Troya. Allí había un grupo de personas que esperaban a un Padre Jesuita y que posiblemente dijera Misa por la tarde. Poco después llegó este Sacerdote, hablaron con él y decidieron quedarse allí todo el día. Por la tarde acudieron más peregrinos. El Padre Jesuita dijo la Santa Misa sobre un altar que había junto a la tapia, fuera de la finca de las Apariciones. Durante la Misa tuvo María Luisa Vila una visión de la Santísima Virgen. Era la primera vez que presenciaban un éxtasis, aunque no estaban muy próximos a la vidente. Comulgaron con mucha devoción y quedaron convencidos de que las Apariciones de El Palmar eran verdaderas. Subieron, después, al Lentisco, en donde estaba María Marín viendo al Señor, en un maravilloso éxtasis. De pronto, oyeron una voz potente que decía con seguridad: «¡Cristo está aquí presente!» Todo su ser se estremeció. Era la primera vez que oían que el Señor se aparecía en El Palmar. También presenciaron una visión de Rosario Arenillas, apreciando una fuerte fragancia celestial. Desde entonces, sus visitas a El Palmar eran casi a diario. Fueron conociendo mejor a los videntes y recibiendo pruebas de su autenticidad. Un detalle muy significativo, eran las frecuentes atenciones que el Señor y la Santísima Virgen tenían para con Clemente, a través de los distintos videntes de El Palmar, dándole una singular distinción y mostrándole una especial preferencia. Sin duda alguna, el Cielo iba preparando el camino de aquél a quien, después, confiaría sus Mensajes más importantes. Inolvidable fue, para ellos, la fecha del 14 de septiembre de 1969, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz. Era ya de noche. Poco tiempo antes habían presenciado un éxtasis de María Luisa Vila, que les llenó de gran paz. Pero el Diablo, a través de una persona que estaba presente, turbó el alma de Manuel, llenándola de dudas. Clemente y él bajaron hasta la carretera. Una angustiosa confusión que aprisionaba su espíritu, le hizo exclamar: «¡No vuelvo más a El Palmar mientras la Virgen no me llame!» Clemente se puso a llorar. De pronto, del horizonte sale una luz potentísima, que avanza lentamente hasta posarse sobre el Lentisco, formándose una gran Cruz sobre un pedestal de flores luminosas y con maravillosos resplandores. La emoción era indescriptible. Clemente y él salieron corriendo hacia el Lentisco. Pero, a la mitad del camino, la maravillosa visión desapareció. Preguntaron a tres personas que allí estaban rezando si habían visto algo. Les miraron extrañados, respondiendo que no. También estaba allí el vidente José (Cayetano), y él les confirmó su visión, entrando, poco después, en un maravilloso éxtasis. Seguían frecuentando El Palmar. Y fue el día 30 de septiembre de 1969, cuando Clemente tuvo la primera visión. Había transcurrido un año y medio de la primera Aparición en El Palmar. Oraban en el Lentisco un buen número de personas, entre las que se encontraba la vidente Rosario Arenillas. Estaba oscureciendo. De pronto sintieron como suspirar a Clemente y que les dice que ve dos figuras de personas, una alta y otra más baja, que vienen andando lentamente hacia el Lentisco desde la parte alta de la finca. Las dos figuras, que eran oscuras y en las cuales el vidente no podía apreciar los rasgos de sus rostros, quedan paradas a unos metros más arriba del Lentisco. Clemente, al mismo tiempo que las veía, era consciente del lugar y personas que lo rodeaban. Él comprendió, por los detalles, un poco difusos, de sus cuerpos, que se trataba del Señor y del Padre Pío. Pasada la visión, la vidente Rosario Arenillas, que también había presenciado la aparición, le confirmó que eran el Señor y el Padre Pío. Pocos días después, tuvo idéntica visión, y en las mismas circunstancias, con la vidente María Luisa Vila. Desde estas fechas, Clemente tenía visiones con frecuencia. También veía a la Virgen, a San José y a otros Santos, pero de la misma manera que las dos primeras: Oscuras y sin poder apreciar sus rostros. El día 8 de diciembre de 1969, festividad de la Inmaculada Concepción, fue una fecha memorable para Clemente. Por la mañana fueron a El Palmar a permanecer allí todo el día. Se reunieron un buen número de personas. A media mañana, Clemente entra en éxtasis ante la visión de la Virgen Inmaculada. Minutos después, apareció el Señor, como Cristo Rey. Era la primera vez que, el vidente, había visto al Señor y a la Virgen, claramente, apreciando perfectamente todos sus detalles de figuras y rostros. Clemente caía en tierra por el arrobamiento, con la pérdida de todos sus sentidos. Desde esta fecha todas las visiones de Clemente, fueron de una percepción perfectamente clara. Pero, por la tarde, ya oscurecido, el Cielo le regaló con otras visiones maravillosas. Primero apareció la Santísima Virgen, rodeada de Ángeles, los cuales portaban los hábitos de la Orden de Santo Domingo. Apareció, poco después, el Señor, y después un Santo. El Señor indicó al vidente que se trataba de Santo Domingo. Este Santo Fundador de los Dominicos, anunció a Clemente la presencia de San José, que también se hizo visible. El vidente oyó por primera vez la voz del Señor, la de la Virgen y la de ambos Santos. Pero la visión iba haciéndose cada vez más impresionante. Clemente recibía de manos de la Santísima Virgen el hábito de Santo Domingo, que traían los Ángeles y se lo imponían. Poco después recibía también los ornamentos sagrados de Sacerdote, e iba recitando, en latín, las partes de la Misa, que le dictaba San José, menos la Consagración. Todo esto sucedía de forma mística, ya que el vidente se veía así revestido en la visión. Los que rodeaban al vidente, sólo apreciaban sus gestos y oían su voz. Fue un éxtasis de indescriptible belleza y emoción. El primer mensaje lo recibió Clemente de boca de Santo Domingo, el 10 de diciembre de 1969, recomendando el rezo del Santo Rosario de Padrenuestros. Pero en este día sucedió un hecho muy significativo. Cuando llegaron a El Palmar, la puerta de entrada a la finca, que estaba junto a la Gran Cruz que había en la tapia, estaba cerrada. Esa fue la primitiva entrada. Se pusieron a rezar cerca de donde después se entronizaría la Imagen de la Divina Pastora. Cayó Clemente en éxtasis. Vio cómo San José se trasladó desde el Lentisco a la tapia, próximo a ellos. Aparecieron también el Señor y Santo Domingo. Cuando acabó el éxtasis, pudieron contemplar cómo se había abierto una nueva puerta de entrada, la que hoy existe. No salían de su asombro, pues nadie oyó ningún ruido. Solamente San Antonio Vota les contó que, durante el éxtasis de Clemente, fue a poner las manos sobre la pared y se le vino abajo. Cosa extraña, pues ésta tenía resistencia suficiente para no caerse tan fácilmente. Clemente les indicó que en la misma puerta, sobre la pared, se había puesto San José. Entendieron todos que había sido este Santo quien la había abierto. No se atrevían a entrar. Por fin pasaron a la finca con algún temor, y cuando habían avanzado unos metros, Clemente vio a San José que, desde la puerta, con su vara, les indicaba que subieran al Lentisco. El día 12 de diciembre de 1969 Clemente tuvo una visión de Santo Domingo, que le dijo: «Ahora contempla a mi derecha el Divino Rostro de Nuestro Señor Jesucristo. Mira, hijo mío, la Faz del que lo dio todo, hasta su aliento, por tus pecados y por los pecados de todo el mundo», y apareció la Santa Faz de Jesús, dolorosa y sangrante. Santo Domingo le dio a continuación los importantes mensajes sobre la Santa Faz: La extensión de la Adoración de la Santa Faz por todo el mundo, el Santo Viacrucis y la Comunión reparadora de los primeros Jueves, reparando los ultrajes al Divino Rostro del Señor. Hasta que se colocó la Sagrada Faz en el Lentisco, llevaban un cuadro del Rostro del Señor, y hacían oración ante él. La Santa Faz del Lentisco se colocó, por mandato del Cielo a Clemente, el día 2 de febrero de 1970. La imagen de la Divina Pastora se colocó y bendijo los días 1 y 2 de marzo de 1972. Nuestra Madre del Palmar fue puesta en el Lentisco el día 12 de septiembre de 1972. En su trabajo profesional en la Obra de San Juan de Dios, a causa de su relación con las Apariciones de El Palmar de Troya, su prestigio se derrumbó, al considerar los religiosos, que era incompatible su trabajo dentro de esta obra con las Apariciones, en las que él firmemente creía. Jamás descuidó sus deberes profesionales; pues el único motivo de esa incompatibilidad era que las Apariciones de El Palmar, tras haber sido condenadas por el apóstata cardenal de Sevilla Bueno Monreal, podrían comprometer a la obra de San Juan de Dios. No obstante, tanto el cobarde e injusto superior de dichos religiosos, como los demás religiosos, sabían de su honradez, profesionalidad e integridad católica, ya que, además, en las Apariciones se les enseñaba a ser verdaderos cristianos. Mas, el temor y cobardía de ellos, ante lo que pudieran decir los demás, les llevó a traicionar su propia conciencia, actuando injustamente y despidiéndole. Manuel Alonso fue el gran difusor de los Mensajes Palmarianos dados a Clemente Domínguez, y acompañó a éste en muchos de sus viajes apostólicos por todo el mundo. Ambos perdieron injustamente sus puestos de trabajo por defender con valentía la obra de El Palmar. Y Dios lo permitió así para que desde entonces pudieran dedicarse completamente al apostolado. En distintos Mensajes Celestiales, el Señor, la Virgen y otros Santos mostraron su amor a Manuel, dedicándole a través del vidente palabras de gratitud y alabanza. Y aunque él no fue vidente, tuvo en determinadas ocasiones, siendo seglar y también como Obispo, carismas personales que le afirmaron, si cabe, más en la verdad de El Palmar. La Obra Divina de El Palmar de Troya fue terriblemente perseguida por la jerarquía progresista y demoledora de la Iglesia Romana, regida entonces por el glorioso Papa San Pablo VI, Mártir del Vaticano, el cual era conocedor de las Apariciones y Mensajes de El Palmar, entregados al Papa por el mismo vidente. San Pablo VI jamás condenó la Obra de El Palmar de Troya. Clemente Domínguez y Manuel Alonso tuvieron que defender con gran energía y tenacidad las Apariciones Palmarianas. El día 23 de diciembre de 1975, a pesar de los muchos obstáculos, Clemente Domínguez y Gómez, por mandato de Nuestro Señor Jesucristo, fundó la Orden Religiosa: «Los Carmelitas de la Santa Faz en Compañía de Jesús y María», de la que Manuel Alonso Corral es Cofundador. El 1 de enero de 1976, a instancia de la Virgen Santísima, Clemente Domínguez y Manuel Alonso fueron ordenados Sacerdotes por el Arzobispo San Pedro Martín Ngô-dinh Thuc, que había llegado de Roma unos días antes. Y el 11 de enero de 1976, ambos fueron consagrados Obispos. El día 29 de mayo de 1976, a raíz de un accidente de coche promovido por Satanás, el Obispo Padre Clemente perdió ambos ojos. Varios meses después, por orden del Cielo, el Obispo Padre Clemente recibió el nombre de Padre Fernando y el Obispo Padre Manuel Alonso recibió el nombre de Padre Isidoro. La Orden de los Carmelitas de la Santa Faz creció, y se formó un nutrido colegio episcopal. El día 6 de agosto de 1978, a la muerte del Papa San Pablo VI, el Obispo Padre Fernando, en el siglo Clemente Domínguez y Gómez, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, capital de Colombia, fue elegido, ungido y coronado Papa directamente por Nuestro Señor Jesucristo. Tres días más tarde, el nuevo Papa, llamado Gregorio XVII, De Glória Olívæ, trasladó la Sede de la Iglesia desde Roma a El Palmar de Troya-Sevilla, España. Así comenzó la historia del papado en El Palmar de Troya, con la misión de restaurar y mantener la integridad doctrinal y disciplinaria en la Iglesia de Cristo, mediante profundas reformas y magistrales enseñanzas. Para lo cual, el Papa San Gregorio XVII Magnísimo, convocó el Santo, Magno y Dogmático Primer Concilio Palmariano y el Santo, Magno y Dogmático Segundo Concilio Palmariano, en cuyas Asambleas intervino como principal colaborador el entonces Reverendísimo Padre Isidoro María, Secretario de Estado. La obra de la gran reforma tuvo su punto culminante con la confección y publicación de la Santa Biblia Palmariana. El Reverendísimo Padre Isidoro María, por mandato del Papa San Gregorio XVII Magnísimo, viajó por distintas partes del mundo predicando y enseñando la verdadera doctrina Católica Palmariana. El 24 de octubre del año 2000, el Papa San Gregorio XVII Magnísimo, redactó y firmó un Decreto Apostólico, nombrando como sucesor suyo en la Cátedra de San Pedro a su Secretario de Estado, el Obispo Padre Isidoro María. Inmediatamente después de la muerte del Papa San Gregorio XVII, el día 21 de marzo del 2005, en El Palmar de Troya, el nuevo Papa comenzó su Pontificado con el nombre de Pedro II, De Cruce Apocalýptica. El 24 de marzo, día de Jueves Santo, tuvo lugar su coronación oficial en la Basílica Catedralicia de Nuestra Madre del Palmar Coronada en El Palmar de Troya, con la asistencia de todos los Obispos Palmarianos, los demás miembros de nuestra Orden Religiosa y de un gran número de fieles terciarios de la Santa Iglesia Palmariana. Ese mismo día 24 de marzo, Su Santidad el Papa Pedro II canonizó a su venerado predecesor el Papa Gregorio XVII Magnísimo. El Papado del Glorioso Vicario de Cristo Pedro II duró seis años, tres meses y veinticuatro días. Fue un Papado de grandes trabajos en favor de la Iglesia, ya que redactó y aprobó la magna obra de la Historia Eclesiástica Palmariana, como asimismo el Santoral Palmariano, la Biblia Infantil, la Biblia de Grado Elemental y la de Grado Medio. También revisó y reordenó los Mensajes de El Palmar de Troya. Entre sus escritos cabe destacar sus Treinta Cartas Apostólicas dirigidas a la Iglesia para enseñar, corregir y animar a su Rebaño, al que tanto amaba como gran Pastor. Declaró Año Santo a los años 2008, 2010 y 2011. Consagró solemnemente la Iglesia Militante, el Mundo y todo el Universo al Padre Eterno el día 21 de marzo del 2008. Como asimismo consagró solemnemente la Iglesia, España, el Mundo y todo el Universo a la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo el día 30 de marzo del 2010. También actualizó, revisó y retocó distintos escritos doctrinales. Elevó a la dignidad de la Gloria de los altares y declaró Doctores de la Iglesia a gran número de preclaros miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Igualmente, el día 23 de julio del 2006, definió infaliblemente que él descendía por la línea de su padre, de San Fernando III, rey de Castilla y León, y de su primera esposa Santa Beatriz de Suabia; y por la línea de su madre de San Alfonso Sánchez de Cepeda y de su segunda esposa Santa Beatriz de Ahumada, padres de la insigne Reformadora del Carmelo, Santa Teresa de Jesús. Igualmente definió dogmáticamente otros temas doctrinales. Como Papa tuvo gran interés en visitar y celebrar Santas Misas en distintas ciudades y países, en los cuales sus Sagrados Pies pisaran y poder así hacer germinar la palabra de Dios, a imitación del primer Papa San Pedro I Magnísimo. Así, siguiendo este anhelo y siendo el primer Papa del que se tenga noticias de celebrar la Santa Misa en Rusia, estuvo allí y celebró Misas en San Petersburgo los días 27 y 28 de mayo del 2008, y en Moscú los días 29, 30 y 31 de mayo del 2008. En Moscú consagró Rusia a la Santa Faz, a Nuestra Madre del Palmar Coronada y al Santísimo José del Palmar Coronado, para impetrar al Eterno Padre la pronta conversión del pueblo ruso. Su salud empezó a decaer alarmantemente desde principios del año 2009, por problemas renales, que ya arrastraba desde tiempo antes. Tuvieron que someterle a varias operaciones. En una de ellas, que duró cinco horas, se vio que tenía cáncer de uréter, por lo que decidieron cortar dicho uréter y extirparle el riñón derecho ya que no funcionaba por estar atrofiado. Luego los problemas se fueron complicando cada vez más, ya que se le detectó un tumor de alta malignidad, y por más pruebas y tratamientos a los que se sometió, el cáncer siguió su evolución. Su deseo de curarse, supeditado a la Voluntad de Dios, para poder servir y trabajar por la Iglesia le hacía sufrir en gran manera, ya que siempre estuvo consciente de su gravedad, viéndose cada vez más necesitado de ayuda. Cada día que pasaba era un encontrarse un poco peor. Esta enfermedad le fue minando toda su fortaleza. Los médicos que le atendían, ya no sabían qué decir a lo mucho que su cuerpo aguantaba. No se podían explicar cómo seguía viviendo. Eran incontables las medicinas y cuidados que desde la Semana Santa del 2011 hasta el día de su muerte tuvo que recibir. Era un dolor inmenso el ver al Padre General de la Iglesia consumirse, el verle perdiendo el habla, la sonrisa, la mirada y el aliento. Los últimos días de su vida apenas si podía recibir alimento y bebida, todo lo que se le hacía para ello era casi inútil. Su enfermedad tenía unos grandes altibajos, por los que siempre se pensaba que estaba en los últimos momentos. Él había manifestado repetidas veces que por la gran devoción que tenía a Santa Teresa, pensaba que el día de su muerte sería un quince de mes, ya que la fiesta de la Santa Reformadora era también un quince. Cercano ya el día 29 de junio, fiesta de San Pedro I Magnísimo, se pensaba que difícilmente llegaría a él. Días después se le complicó alarmantemente la respiración, por lo que, antes de ir la Comunidad de frailes al culto vespertino que daba comienzo a la Víspera de la fiesta del 16 de julio, todos los frailes fueron a la Celda Papal ordenadamente para despedirse del Santo Padre, y darle cada uno la Bendición, porque estaba muy grave. Este fue un deseo del Santo Padre, que se cumplió, ya que siempre quiso despedirse de todos antes de morir, a pesar de estar Él inconsciente. Unas horas después moría en las dependencias papales del convento de los Carmelitas de la Santa Faz del Sagrado Lugar de El Palmar de Troya, a las 20,07h. del día 15 de julio del 2011, Víspera de la festividad del 16 de julio, mientras que en el Altar Mayor de la Basílica Catedralicia, ya casi terminando el turno de la Procesión Eucarística diaria, se cantaba el Salve Regina, durante la incensación final al Altar. Una vez amortajado con los atuendos papales, y revestido de Pontifical en color blanco, se le trasladó al Presbiterio del Altar Mayor de la Basílica Catedralicia de Nuestra Madre del Palmar Coronada en donde se le tributaron grandes muestras de amor filial de parte de los frailes, monjas y fieles palmarianos que habían venido para la peregrinación del 16 de julio. Se celebraron turnos de Santas Misas durante toda esa noche y siguiente día, con el rezo de las oraciones propias de las peregrinaciones. El día 16 de julio del 2011, a las 20h. se hizo el magno entierro papal. El Papa San Pedro II Magno fue canonizado solemnemente el día 17 de julio del año 2011. En el acto de su canonización, fue declarado «Papa Magno», y se le instituyó «Protector y Defensor de la Santa Iglesia Cristiana Palmariana». Declarado Magno Doctor de la Iglesia el día 26 de julio del año 2011, festividad en honor de Santa Ana, Madre de la Santísima Virgen María.