Las Apariciones de Knock
En Knock, (en irlandés llamado ‘Cnoc Mhuire’, ‘la colina de María’), en el condado de Mayo, en el oeste de Irlanda, se aparecieron la Santísima Virgen María, el Santísimo José, San Juan Evangelista y Nuestro Señor Jesucristo como el Cordero de Dios, a quince personas.
No fue un día cualquiera; pues precisamente en ese mismo día 21 de agosto de 1879, el Papa San León XIII concedió formalmente la coronación canónica a la imagen de Nuestra Señora en su basílica de La Salette; esa coincidencia señala la relación entre Knock y el mensaje de La Salette, donde la Virgen Santísima predijo en 1846 la hambruna y escasez de patatas que acaeció en toda Europa, pero sobre todo en Irlanda donde murieron más de un millón entre 1845 y 1850.
En Knock, aquel jueves 21 de agosto de 1879 fue una tormentosa noche de fines del verano irlandés. Como de costumbre, María Beirne, la mujer encargada de la pequeña iglesia, se disponía a cerrar la puerta. Pero algo distinto llamó su atención: una luz intensa venía de un lado del edificio, y allí, a primera vista, le pareció ver las estatuas de María Santísima, de San José y de San Juan, junto a un nuevo altar sobre el cual había un Cordero y una gran Cruz. No hizo mucho caso de ello, porque precisamente en una noche tormentosa como esta, el año anterior, se dañaron dos estatuas, por lo que pensó que el párroco las había comprado para sustituirlas. Pero, “¿por qué dejarlas allí bajo esa densa lluvia?,” se preguntaba la mujer.
Más tarde, junto a María McLoughlin, volvió para comprender mejor esta “anomalía”, y con estupor aún mayor se dio cuenta de que las estatuas… ¡se movían! “¡Es la Virgen!”, exclamó una de ellas, y corrieron a avisar a familiares y conocidos. Trece personas se unieron a ellas para completar el grupo de quince testigos que constituyen la base del testimonio que Dios quiso dejar allí.
Así fue como esta aparición tan insólita se mostró en toda su realidad: El muro entero lateral de la iglesia estaba iluminado por una intensa luz visible desde lejos. Las figuras estaban suspendidas en el aire a medio metro de altura. María, la figura más grande, vestía un manto de color blanco y un largo velo que desde la cabeza le bajaba a los pies. Los testigos describieron a la Santísima Virgen María como muy hermosa; llevaba una capa blanca abrochada en el cuello. Sobre su cabeza cubierta por el velo lucía una extraordinaria corona brillante. La corona era de un resplandor dorado, y más brillante era la llamativa blancura de su vestido. La parte superior de la corona parecía una serie de cruces relucientes. Entre la corona y el borde del velo llevaba una rosa brillante. Estuvo inmersa en oración profunda, con los ojos elevados hacia el cielo y las manos levantadas hasta la altura de los hombros, en posición de oración, igual que las manos del sacerdote en la Misa tradicional, y su mirada, absorta en el rezo, se dirigía al cielo.
El Santísimo José, vestido también de blanco, se hallaba a la derecha de María, con la cabeza inclinada hacia Ella y las manos unidas, también en oración. San Juan Evangelista tenía una mitra de Obispo y vestiduras largas, y se hallaba a la izquierda de María. Su mano derecha estaba levantada y el brazo izquierdo sostenía lo que parecía una Sagrada Biblia. A la izquierda de San Juan había un altar con un Cordero encima y con una Cruz erguida sobre el altar detrás del Cordero. El altar con el Cordero y la Cruz estaba rodeado de Ángeles que giraban sobre el mismo.
Mientras el grupo se arrodillaba ante la aparición en devota oración, los visitantes celestiales permanecían en silencio. No se pronunció ninguna palabra. Aquellos que fueron testigos de la aparición permanecieron bajo la lluvia intensa durante unas dos horas rezando el rosario. Cuando la aparición empezó había luz del crepúsculo; pero a pesar de que al caer la noche se puso muy oscuro, los testigos dijeron que todavía podían ver las figuras con mucha claridad, que parecía ser el color de una luz blanquecina brillante. El suelo debajo de las figuras se mantuvo completamente seco durante la aparición, aunque el viento soplaba desde el sur. Después de la aparición, sin embargo, el terreno se mojó y el muro se puso oscuro. Otros aldeanos, que no estuvieron implicados con la aparición, manifestaron haber visto una luz muy brillante que iluminaba el área alrededor de la iglesia.
La aparición en este rincón de Irlanda golpeado por la pobreza y el hambre fue un símbolo de esperanza, consuelo y fortaleza en su desdicha, pues era un lugar en donde el desempleo y la emigración eran el pan de cada día.
¿Qué es lo que el Señor puede habernos querido decir con esa escena? La explicación, y el mensaje, de esta aparición podrían estar en el Apocalipsis. San Juan llevaba en sus manos un libro, y para descubrir el mensaje de Knock hay que estudiar ese Libro del Apocalipsis. Es el libro que contiene la interpretación de la historia universal. Está repleto del gran tema de la Redención en todas sus fases. Ahí está el misterio del “Cordero inmolado desde la creación del mundo.” Así San Juan describe el plan eterno de Redención, representado por el Cordero sobre el altar que fue visto en Knock.
Knock es un aviso de que vienen castigos: las copas de la Ira Divina y todo lo que se anuncia en el Apocalipsis. También nos indica el camino de la salvación, y señala las doctrinas fundamentales de la Iglesia para los tiempos apocalípticos. Si en Lourdes la Virgen Santísima resaltó el dogma de su Inmaculada Concepción, en Knock ratifica la doctrina palmariana; pues María Santísima se presenta como Reina y como Cosacerdote de Cristo, en actitud de ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa. Está el Santísimo José, asunto al Cielo, enseñándonos a venerar a su Santísima Esposa, y San Juan Evangelista anunciando el inminente cumplimiento del Apocalipsis. Nuestro Señor Jesucristo se presenta en Knock, al igual que en el Apocalipsis, como el Cordero Inmolado, destacando así las enseñanzas centrales de la Doctrina Palmariana expuestas en el Tratado de la Santa Misa, por lo que la aparición de Knock es una confirmación más de que la verdadera Iglesia de Cristo es la que está ahora refugiada en el místico desierto del Palmar.
La aparición de Knock se quedó en silencio y pareció no dar ningún mensaje, pero en realidad no fue así. El silencio a veces es más elocuente que las palabras. Hay que analizar con atención la aparición para poder descubrir el mensaje silencioso que esconde. María se apareció con su esposo terrenal, San José, y con su hijo adoptivo, San Juan Evangelista. La Virgen llevaba la corona brillante de la Reina del Cielo. En el centro del altar brillaba el Cordero Inmolado, como lo vio en el Apocalipsis San Juan sobre el altar del Cielo.
Knock es una llamada a la oración y penitencia, porque resalta la importancia de la Santa Misa como perpetuación del Sacrificio de la Cruz en el Calvario. La Aparición de Knock es un resumen del Tratado de la Santa Misa, con el Cordero Inmolado, que es la Divina Víctima en el Altar y en la Cruz; está María, Covíctima, Cosacerdote, y Medianera de todas las Gracias; está el Glorioso Patriarca San José, Cosacerdote de María y Mediador Universal entre María y las demás criaturas; el Santísimo José es indispensable en la Obra de la Reparación y Redención, pues en cada Misa él tiene que entregar los sacrificios finitos de la Iglesia para ofrecerlos y perpetuarlos o unirlos; y está el Sacerdote Ministerial, que en el Calvario era San Juan.
Cada aparición de María Santísima tiene un sentido distinto, especial y adaptado a cada circunstancia y cada lugar. Ella, enviada por su Hijo, sabe bien lo que necesitamos en cada momento de nuestra historia. Y en este caso quiso manifestarse junto a su Esposo terrenal, San José, y a San Juan Evangelista, el discípulo tan amado por Jesús y por Ella.
José es símbolo del heroísmo en la pureza, y Juan, signo extraordinario de la elevación espiritual, de la fe puesta en forma de pasión y amor. José y Juan unidos, uno como Padre Virginal de Jesús y Esposo Virginal de la Madre de Dios, y el otro como Sacerdote, Obispo y Evangelista.
Pero también la aparición estuvo iluminada por la presencia angelical, como símbolo del acompañamiento del ejército de Dios, que no deja de adorar y rodear al Verbo. Los Ángeles que rodean el Altar nos indican con cuánta fe y reverencia hay que asistir a la Santa Misa. Todo es un claro recuerdo del Apocalipsis y de los tiempos que estamos viviendo.
Desde que se tuvo conocimiento por primera vez de la aparición, los peregrinos visitaron continuamente el santuario y se han descrito cientos de curaciones entre enfermos e inválidos que realizaron ese viaje. Así la fama de Knock se ha extendido más allá de las costas de Irlanda.
Pocas semanas después de la aparición, el Arzobispo de Tuam, San Juan McHale, estableció una Comisión de Investigación. Los quince testigos fueron interrogados y la comisión dio el veredicto que el testimonio de todos, tomado en su conjunto, era fidedigno y satisfactorio, por lo que no se impidió el culto en ese lugar a los fieles, que comenzaron con el tiempo a transformar ese pueblecito en meta de peregrinaciones. La comisión confirmó que no hubo ninguna causa natural posible, ni hubo fraude. Los testigos siempre se mostraron de buena fe y con testimonios consistentes. Nada se encontró que contradiga la doctrina, sino todo lo contrario; lo relatado tiene un profundo sentido eclesial. En 1936 otra comisión interrogó a los tres testigos que quedaban, y ratificó definitivamente que la evidencia de ellos era honrada y fidedigna. En 1945 el Papa San Pío XII bendijo la insignia de Knock y la condecoró con una medalla especial.
La vieja iglesia fue ampliada y transformada en un Santuario, y un conjunto de imágenes que representan la escena de la aparición fue erigido cerca del lugar del viejo muro de la iglesia donde se produjo la aparición.
Milagros: De inmediato hubo curaciones milagrosas entre los visitantes al Santuario, tal como ocurre en muchos otros centros Marianos, como Lourdes o Fátima. Dios, de este modo, ha puesto su sello de autenticidad sobre Knock, como siempre lo hace y seguirá haciendo con sus auténticas obras.
A los diez días de la aparición, ocurrió la primera curación, que fue de una niña de doce años que sufría severos problemas de oído. La madre de la niña informó: “Después de la aparición, traje a Delia. Mientras estábamos en la iglesia, el dolor en su oído la atacó tan violentamente que comenzó a gritar. Fue entonces cuando la llevé fuera, al muro, raspé un poco del cemento de la pared de la aparición y lo puse en su oído. Nunca volvió a tener un dolor desde entonces.” Este relato provocó que una multitud de peregrinos se agolpara en la iglesia y comenzaran a romper la pared de la aparición ya que la gente cogía pedazos de cemento para curaciones y para llevarse trozos de piedra como recuerdo.
El Párroco de Knock, que era el arcediano San Bartolomé Luis Cavanagh, apuntaba los detalles tanto de la aparición tan extraordinaria como de los muchos milagros y curaciones que tuvieron lugar después. Estos detalles fueron publicados, produciendo así mucho interés en los acontecimientos transcendentales en Knock, que pronto se convertía en un importante lugar de peregrinación. A finales de 1880, unas trescientas curaciones, al parecer milagrosas, ya habían sido registradas en el diario del Párroco, el cual es ‘Apóstol de María Inmaculada y de la Caridad Cristiana’. Su fiesta es el 8 de diciembre.
De entre las Apariciones Marianas, el caso de la aparición de Knock tiene notables peculiaridades que lo distinguen de otras apariciones de la Virgen María. Destacamos algunas: La Virgen Maria no se presenta sola. Se presenta acompañada por el Santísimo José y San Juan, apareciendo también un Altar rodeado de Ángeles y con un Cordero encima, y una gran Cruz detrás del altar. En esta aparición no habla la Virgen ni ningún otro personaje. A diferencia de lo más frecuente que es la aparición de la Virgen a unos niños, generalmente humildes e ignorantes, en este caso la aparición fue vista ininterrumpidamente durante unas tres horas por todas las personas que fueron llegando hasta allí, de todas las edades, desde los cinco hasta los setenta y cinco años, hasta un total de quince videntes. Sin mensaje explícito, la propia aparición enlaza con diversos pasajes evangélicos y apocalípticos, esencialmente con el Misterio de la Reparación y Redención, expresado aquí y en la Biblia por el Cordero sobre el altar y la mención del “Cordero de Dios” que va a ser sacrificado por los pecados de los hombres, y enlazando con el sacrificio del cordero en el Antiguo Testamento para que Dios perdonase los pecados. Y relacionada con este escenario, es la primera vez que aparece una gran Cruz, en la cual está claramente representada la Reparación y Redención.
En agosto de 1979, año y mes del centenario, el Papa San Gregorio XVII visitó el sagrado lugar, confirmando así a Knock como uno de los principales santuarios marianos del mundo. La visita del Papa San Gregorio XVII a Knock está descrita así en el libro de sus Mensajes: “Día 6 de agosto de 1979: Lunes. Irlanda. Primer Aniversario de la elección papal de Su Santidad Gregorio XVII. Por la mañana, salimos de viaje hacia el Santuario de Nuestra Señora de Knock, proclamada como Excelsa Patrona de Irlanda por Su Santidad el Papa Gregorio XVII, el día 23 de noviembre de 1978, y cuyo centenario de su Aparición se conmemora el 21 de este presente mes. Su Santidad el Papa Gregorio XVII llegó a este Santuario alrededor de las 3 de la tarde, siendo recibido por numerosos fieles entre aplausos y vítores. Primero visitó el antiguo Santuario, dirigiendo un misterio del Rosario Penitencial ante una Imagen de la Virgen de Knock. Cantamos algunos cantos en su honor y al final el Santo Padre dio la Bendición Apostólica cantada con toda solemnidad. Pasó después al lugar preciso de la Aparición, en donde hay una bella Imagen de la Virgen titular, de San José y de San Juan Evangelista con el Apocalipsis en la mano. Allí se cantó el Magníficat, y al final el Santo Padre dio nuevamente la Bendición Apostólica solemnemente cantada. Todos los fieles devotos que llenaban aquel Lugar Sagrado prorrumpieron en gritos de ‘Viva el Papa Gregorio XVII’, y en entusiastas aplausos a Su Santidad. Muchas de las personas que se encontraban allí, que no conocían El Palmar, se acercaron para besar el anillo del Santo Padre con toda reverencia. Retornamos a Dublín y a las 11,30 de la noche, el Papa Gregorio XVII, celebró la Santa Misa en nuestra Capilla-Catedral de aquella ciudad. Durante la Misa tuvo la siguiente visión: Vio al Señor, a la Virgen Santísima, a San José, a San Pedro, a San Pablo y a San Pablo VI.”
En Knock, (en irlandés llamado ‘Cnoc Mhuire’, ‘la colina de María’), en el condado de Mayo, en el oeste de Irlanda, se aparecieron la Santísima Virgen María, el Santísimo José, San Juan Evangelista y Nuestro Señor Jesucristo como el Cordero de Dios, a quince personas.
No fue un día cualquiera; pues precisamente en ese mismo día 21 de agosto de 1879, el Papa San León XIII concedió formalmente la coronación canónica a la imagen de Nuestra Señora en su basílica de La Salette; esa coincidencia señala la relación entre Knock y el mensaje de La Salette, donde la Virgen Santísima predijo en 1846 la hambruna y escasez de patatas que acaeció en toda Europa, pero sobre todo en Irlanda donde murieron más de un millón entre 1845 y 1850.
En Knock, aquel jueves 21 de agosto de 1879 fue una tormentosa noche de fines del verano irlandés. Como de costumbre, María Beirne, la mujer encargada de la pequeña iglesia, se disponía a cerrar la puerta. Pero algo distinto llamó su atención: una luz intensa venía de un lado del edificio, y allí, a primera vista, le pareció ver las estatuas de María Santísima, de San José y de San Juan, junto a un nuevo altar sobre el cual había un Cordero y una gran Cruz. No hizo mucho caso de ello, porque precisamente en una noche tormentosa como esta, el año anterior, se dañaron dos estatuas, por lo que pensó que el párroco las había comprado para sustituirlas. Pero, “¿por qué dejarlas allí bajo esa densa lluvia?,” se preguntaba la mujer.
Más tarde, junto a María McLoughlin, volvió para comprender mejor esta “anomalía”, y con estupor aún mayor se dio cuenta de que las estatuas… ¡se movían! “¡Es la Virgen!”, exclamó una de ellas, y corrieron a avisar a familiares y conocidos. Trece personas se unieron a ellas para completar el grupo de quince testigos que constituyen la base del testimonio que Dios quiso dejar allí.
Así fue como esta aparición tan insólita se mostró en toda su realidad: El muro entero lateral de la iglesia estaba iluminado por una intensa luz visible desde lejos. Las figuras estaban suspendidas en el aire a medio metro de altura. María, la figura más grande, vestía un manto de color blanco y un largo velo que desde la cabeza le bajaba a los pies. Los testigos describieron a la Santísima Virgen María como muy hermosa; llevaba una capa blanca abrochada en el cuello. Sobre su cabeza cubierta por el velo lucía una extraordinaria corona brillante. La corona era de un resplandor dorado, y más brillante era la llamativa blancura de su vestido. La parte superior de la corona parecía una serie de cruces relucientes. Entre la corona y el borde del velo llevaba una rosa brillante. Estuvo inmersa en oración profunda, con los ojos elevados hacia el cielo y las manos levantadas hasta la altura de los hombros, en posición de oración, igual que las manos del sacerdote en la Misa tradicional, y su mirada, absorta en el rezo, se dirigía al cielo.
El Santísimo José, vestido también de blanco, se hallaba a la derecha de María, con la cabeza inclinada hacia Ella y las manos unidas, también en oración. San Juan Evangelista tenía una mitra de Obispo y vestiduras largas, y se hallaba a la izquierda de María. Su mano derecha estaba levantada y el brazo izquierdo sostenía lo que parecía una Sagrada Biblia. A la izquierda de San Juan había un altar con un Cordero encima y con una Cruz erguida sobre el altar detrás del Cordero. El altar con el Cordero y la Cruz estaba rodeado de Ángeles que giraban sobre el mismo.
Mientras el grupo se arrodillaba ante la aparición en devota oración, los visitantes celestiales permanecían en silencio. No se pronunció ninguna palabra. Aquellos que fueron testigos de la aparición permanecieron bajo la lluvia intensa durante unas dos horas rezando el rosario. Cuando la aparición empezó había luz del crepúsculo; pero a pesar de que al caer la noche se puso muy oscuro, los testigos dijeron que todavía podían ver las figuras con mucha claridad, que parecía ser el color de una luz blanquecina brillante. El suelo debajo de las figuras se mantuvo completamente seco durante la aparición, aunque el viento soplaba desde el sur. Después de la aparición, sin embargo, el terreno se mojó y el muro se puso oscuro. Otros aldeanos, que no estuvieron implicados con la aparición, manifestaron haber visto una luz muy brillante que iluminaba el área alrededor de la iglesia.
La aparición en este rincón de Irlanda golpeado por la pobreza y el hambre fue un símbolo de esperanza, consuelo y fortaleza en su desdicha, pues era un lugar en donde el desempleo y la emigración eran el pan de cada día.
¿Qué es lo que el Señor puede habernos querido decir con esa escena? La explicación, y el mensaje, de esta aparición podrían estar en el Apocalipsis. San Juan llevaba en sus manos un libro, y para descubrir el mensaje de Knock hay que estudiar ese Libro del Apocalipsis. Es el libro que contiene la interpretación de la historia universal. Está repleto del gran tema de la Redención en todas sus fases. Ahí está el misterio del “Cordero inmolado desde la creación del mundo.” Así San Juan describe el plan eterno de Redención, representado por el Cordero sobre el altar que fue visto en Knock.
Knock es un aviso de que vienen castigos: las copas de la Ira Divina y todo lo que se anuncia en el Apocalipsis. También nos indica el camino de la salvación, y señala las doctrinas fundamentales de la Iglesia para los tiempos apocalípticos. Si en Lourdes la Virgen Santísima resaltó el dogma de su Inmaculada Concepción, en Knock ratifica la doctrina palmariana; pues María Santísima se presenta como Reina y como Cosacerdote de Cristo, en actitud de ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa. Está el Santísimo José, asunto al Cielo, enseñándonos a venerar a su Santísima Esposa, y San Juan Evangelista anunciando el inminente cumplimiento del Apocalipsis. Nuestro Señor Jesucristo se presenta en Knock, al igual que en el Apocalipsis, como el Cordero Inmolado, destacando así las enseñanzas centrales de la Doctrina Palmariana expuestas en el Tratado de la Santa Misa, por lo que la aparición de Knock es una confirmación más de que la verdadera Iglesia de Cristo es la que está ahora refugiada en el místico desierto del Palmar.
La aparición de Knock se quedó en silencio y pareció no dar ningún mensaje, pero en realidad no fue así. El silencio a veces es más elocuente que las palabras. Hay que analizar con atención la aparición para poder descubrir el mensaje silencioso que esconde. María se apareció con su esposo terrenal, San José, y con su hijo adoptivo, San Juan Evangelista. La Virgen llevaba la corona brillante de la Reina del Cielo. En el centro del altar brillaba el Cordero Inmolado, como lo vio en el Apocalipsis San Juan sobre el altar del Cielo.
Knock es una llamada a la oración y penitencia, porque resalta la importancia de la Santa Misa como perpetuación del Sacrificio de la Cruz en el Calvario. La Aparición de Knock es un resumen del Tratado de la Santa Misa, con el Cordero Inmolado, que es la Divina Víctima en el Altar y en la Cruz; está María, Covíctima, Cosacerdote, y Medianera de todas las Gracias; está el Glorioso Patriarca San José, Cosacerdote de María y Mediador Universal entre María y las demás criaturas; el Santísimo José es indispensable en la Obra de la Reparación y Redención, pues en cada Misa él tiene que entregar los sacrificios finitos de la Iglesia para ofrecerlos y perpetuarlos o unirlos; y está el Sacerdote Ministerial, que en el Calvario era San Juan.
Cada aparición de María Santísima tiene un sentido distinto, especial y adaptado a cada circunstancia y cada lugar. Ella, enviada por su Hijo, sabe bien lo que necesitamos en cada momento de nuestra historia. Y en este caso quiso manifestarse junto a su Esposo terrenal, San José, y a San Juan Evangelista, el discípulo tan amado por Jesús y por Ella.
José es símbolo del heroísmo en la pureza, y Juan, signo extraordinario de la elevación espiritual, de la fe puesta en forma de pasión y amor. José y Juan unidos, uno como Padre Virginal de Jesús y Esposo Virginal de la Madre de Dios, y el otro como Sacerdote, Obispo y Evangelista.
Pero también la aparición estuvo iluminada por la presencia angelical, como símbolo del acompañamiento del ejército de Dios, que no deja de adorar y rodear al Verbo. Los Ángeles que rodean el Altar nos indican con cuánta fe y reverencia hay que asistir a la Santa Misa. Todo es un claro recuerdo del Apocalipsis y de los tiempos que estamos viviendo.
Desde que se tuvo conocimiento por primera vez de la aparición, los peregrinos visitaron continuamente el santuario y se han descrito cientos de curaciones entre enfermos e inválidos que realizaron ese viaje. Así la fama de Knock se ha extendido más allá de las costas de Irlanda.
Pocas semanas después de la aparición, el Arzobispo de Tuam, San Juan McHale, estableció una Comisión de Investigación. Los quince testigos fueron interrogados y la comisión dio el veredicto que el testimonio de todos, tomado en su conjunto, era fidedigno y satisfactorio, por lo que no se impidió el culto en ese lugar a los fieles, que comenzaron con el tiempo a transformar ese pueblecito en meta de peregrinaciones. La comisión confirmó que no hubo ninguna causa natural posible, ni hubo fraude. Los testigos siempre se mostraron de buena fe y con testimonios consistentes. Nada se encontró que contradiga la doctrina, sino todo lo contrario; lo relatado tiene un profundo sentido eclesial. En 1936 otra comisión interrogó a los tres testigos que quedaban, y ratificó definitivamente que la evidencia de ellos era honrada y fidedigna. En 1945 el Papa San Pío XII bendijo la insignia de Knock y la condecoró con una medalla especial.
La vieja iglesia fue ampliada y transformada en un Santuario, y un conjunto de imágenes que representan la escena de la aparición fue erigido cerca del lugar del viejo muro de la iglesia donde se produjo la aparición.
Milagros: De inmediato hubo curaciones milagrosas entre los visitantes al Santuario, tal como ocurre en muchos otros centros Marianos, como Lourdes o Fátima. Dios, de este modo, ha puesto su sello de autenticidad sobre Knock, como siempre lo hace y seguirá haciendo con sus auténticas obras.
A los diez días de la aparición, ocurrió la primera curación, que fue de una niña de doce años que sufría severos problemas de oído. La madre de la niña informó: “Después de la aparición, traje a Delia. Mientras estábamos en la iglesia, el dolor en su oído la atacó tan violentamente que comenzó a gritar. Fue entonces cuando la llevé fuera, al muro, raspé un poco del cemento de la pared de la aparición y lo puse en su oído. Nunca volvió a tener un dolor desde entonces.” Este relato provocó que una multitud de peregrinos se agolpara en la iglesia y comenzaran a romper la pared de la aparición ya que la gente cogía pedazos de cemento para curaciones y para llevarse trozos de piedra como recuerdo.
El Párroco de Knock, que era el arcediano San Bartolomé Luis Cavanagh, apuntaba los detalles tanto de la aparición tan extraordinaria como de los muchos milagros y curaciones que tuvieron lugar después. Estos detalles fueron publicados, produciendo así mucho interés en los acontecimientos transcendentales en Knock, que pronto se convertía en un importante lugar de peregrinación. A finales de 1880, unas trescientas curaciones, al parecer milagrosas, ya habían sido registradas en el diario del Párroco, el cual es ‘Apóstol de María Inmaculada y de la Caridad Cristiana’. Su fiesta es el 8 de diciembre.
De entre las Apariciones Marianas, el caso de la aparición de Knock tiene notables peculiaridades que lo distinguen de otras apariciones de la Virgen María. Destacamos algunas: La Virgen Maria no se presenta sola. Se presenta acompañada por el Santísimo José y San Juan, apareciendo también un Altar rodeado de Ángeles y con un Cordero encima, y una gran Cruz detrás del altar. En esta aparición no habla la Virgen ni ningún otro personaje. A diferencia de lo más frecuente que es la aparición de la Virgen a unos niños, generalmente humildes e ignorantes, en este caso la aparición fue vista ininterrumpidamente durante unas tres horas por todas las personas que fueron llegando hasta allí, de todas las edades, desde los cinco hasta los setenta y cinco años, hasta un total de quince videntes. Sin mensaje explícito, la propia aparición enlaza con diversos pasajes evangélicos y apocalípticos, esencialmente con el Misterio de la Reparación y Redención, expresado aquí y en la Biblia por el Cordero sobre el altar y la mención del “Cordero de Dios” que va a ser sacrificado por los pecados de los hombres, y enlazando con el sacrificio del cordero en el Antiguo Testamento para que Dios perdonase los pecados. Y relacionada con este escenario, es la primera vez que aparece una gran Cruz, en la cual está claramente representada la Reparación y Redención.
En agosto de 1979, año y mes del centenario, el Papa San Gregorio XVII visitó el sagrado lugar, confirmando así a Knock como uno de los principales santuarios marianos del mundo. La visita del Papa San Gregorio XVII a Knock está descrita así en el libro de sus Mensajes: “Día 6 de agosto de 1979: Lunes. Irlanda. Primer Aniversario de la elección papal de Su Santidad Gregorio XVII. Por la mañana, salimos de viaje hacia el Santuario de Nuestra Señora de Knock, proclamada como Excelsa Patrona de Irlanda por Su Santidad el Papa Gregorio XVII, el día 23 de noviembre de 1978, y cuyo centenario de su Aparición se conmemora el 21 de este presente mes. Su Santidad el Papa Gregorio XVII llegó a este Santuario alrededor de las 3 de la tarde, siendo recibido por numerosos fieles entre aplausos y vítores. Primero visitó el antiguo Santuario, dirigiendo un misterio del Rosario Penitencial ante una Imagen de la Virgen de Knock. Cantamos algunos cantos en su honor y al final el Santo Padre dio la Bendición Apostólica cantada con toda solemnidad. Pasó después al lugar preciso de la Aparición, en donde hay una bella Imagen de la Virgen titular, de San José y de San Juan Evangelista con el Apocalipsis en la mano. Allí se cantó el Magníficat, y al final el Santo Padre dio nuevamente la Bendición Apostólica solemnemente cantada. Todos los fieles devotos que llenaban aquel Lugar Sagrado prorrumpieron en gritos de ‘Viva el Papa Gregorio XVII’, y en entusiastas aplausos a Su Santidad. Muchas de las personas que se encontraban allí, que no conocían El Palmar, se acercaron para besar el anillo del Santo Padre con toda reverencia. Retornamos a Dublín y a las 11,30 de la noche, el Papa Gregorio XVII, celebró la Santa Misa en nuestra Capilla-Catedral de aquella ciudad. Durante la Misa tuvo la siguiente visión: Vio al Señor, a la Virgen Santísima, a San José, a San Pedro, a San Pablo y a San Pablo VI.”