El saludo del Ave María Purísima
«Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre,
Yo estoy allí en medio de ellos.» [1]
Nuestro Señor Jesucristo
Cuando dos personas se encuentran o se separan, se saludan: prólogo y epílogo naturales de todo intervalo, breve o extenso, que las personas comparten, y con los que procuran expresar su mutua buena voluntad.
Distintas culturas y sociedades ejercen el saludo de mil variadas maneras; los palmarianos del universo lo realizamos con el «Ave María Purísima, sin pecado concebida».
Cuando dos palmarianos se saludan, no sólo se saludan: también rezan, pues el «Ave María Purísima, sin pecado concebida» es una de nuestras oraciones principales[2].
Cuando dos palmarianos dicen «Ave María Purísima, sin pecado concebida» lanzan un poderoso exorcismo contra Satanás y sus secuaces[3], por lo que santifican su conversación y trato al iniciarlos, y cooperan a su mutua perseverancia al separarse.
Cuando dos palmarianos se saludan con el «Ave María Purísima, sin pecado concebida» proclaman con alegría y confianza que María, nuestra Madre, es la Inmaculada[4], la Mujer anunciada en el Génesis[5], Salud de la Humanidad[6].
Cuando dos palmarianos se saludan con el «Ave María Purísima, sin pecado concebida», alegran a la Santísima Virgen. Y Jesús, su Santísimo Hijo, se obliga a unirse a ellos, el Padre Eterno los contempla con Ternura y Misericordia Infinitas, y el Espíritu Santo los auxilia y fortalece con su vehementísima Caridad; los Ángeles y los Santos alaban y bendicen gozosamente con alegría, las Ánimas Benditas del Purgatorio se alegran con renovada esperanza, y los Niños del Limbo bendicen y alaban juntos, al Santísimo José.
Cuando dos palmarianos se saludan con el «Ave María Purísima, sin pecado concebida», con ellos lo hace todo el Cielo.
[1] Santa Biblia Palmariana de Grado Superior, 15a Parte B: El Santo Evangelio — Libro V, Cap. XXVII, 7.
[2] Catecismo Palmariano de Grado Superior, 1a Sección: La Doctrina Cristiana, Cap. LXXX, D.
[3] Documentos Pontificios del Papa San Gregorio XVII Magnísimo, Documento 49no, VIII.
[4] Credo Palmariano, p. 15.
[5] Credo Palmariano, p. 15.
[6] Credo Palmariano, p. 22.